viernes, 22 de abril de 2011

Muestra “Aparecidos” en la Facultad de Derecho de la UNLZ



Del 21 de marzo al 4 de abril, pudo visitarse la muestra itinerante “Aparecidos, Reconstrucción de la Identidad”, en el hall de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
En este marco, el martes 29 de marzo la cátedra se realizó la Charla Abierta en Conmemoración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Participaron: Claudio Pandolfi (Secretario de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora), Leonardo Surraco (hijo de Pablo Surraco, abogado detenidos – desaparecidos, perteneciente al departamento judicial de Lomas de Zamora, e integrante del Colectivo de Hijos), Margarita Cruz (Sobreviviente de la Escuelita de Famailla en Tucumán, y miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos), y Martina Laborde, Celeste Pesoa y Cecilia Litvin (integrantes del Grupo Tríptico). Compartimos a continuación las palabras escuchadas en esa oportunidad…

Presentación del Dr. Claudio Pandolfi



Al abrir la charla, el Secretario de DDHH del CALZ explicó los por qué de esta investigación, y dio cuenta de la forma en que el Colegio está trabajando sobre lo que él llamó una “memoria integral”…

Buenas tardes a todos y todas, gracias a la Universidad, a la Facultad por permitirnos hacer la presentación aquí. Mi idea, como Secretario de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora, y como ex alumno de la facultad, militante político y social, es hacerles una breve idea de por qué decidimos hacer esta investigación.

No hemos descubierto ahora que nuestro departamento judicial tiene ocho abogados detenidos desaparecidos, esto es histórico. Las desapariciones se dan en un marco general, y esto conviene tenerlo en claro, de una realidad social latinoamericana donde esto era una práctica frecuente del terrorismo de Estado, y de casi todo los Estados que tenían dictaduras en sus gobiernos para esa época. Tenemos que tener esto de referencia para poder comprender la trascendencia histórica que se vincula con la militancia política de los ´70s, pero en realidad se vincula con toda la militancia política y la lucha por la transformación social y por la construcción de una sociedad más justa.

Argentina es, trágicamente, referente de la desaparición forzada de personas a nivel mundial, por dos cuestiones. Una, por la magnitud que esta desaparición forzada tomó, y otro por la magnitud que la lucha de los organismos de derechos humanos y la sociedad tomó a punto tal de ser referentes en el mundo. Pero la desaparición forzada si bien en la Argentina alcanzó una magnitud, 30 mil personas, no fue en el único lugar de nuestra región donde se instauró, ni fue en la década del ´70 que se empezó con esa práctica. Latinoamérica registra desapariciones quizás de figuras históricamente trascendentes como César Augusto Sandino en Nicaragua en los años ´30, el Che Guevara estuvo desaparecido hasta hace unos años atrás. En realidad en la Argentina, las primeras desapariciones por lo menos que se registran son de la década del ´40, obviamente no con la magnitud de lo que pasó en la década del ´70 y del ´80, pero ya en el ´40 nuestro país registraba desapariciones que fueron continuando en la década del ´40, del ´50, ´60, ´70. A partir de los años previos a la dictadura, con el terrorismo de Estado del gobierno constitucional, con lo que fue la Triple A fue cobrando magnitud, en la dictadura alcanzó una magnitud significativa, pero en democracia en el ´83 continuamos siendo víctimas como sociedad de la desaparición forzada de personas.

Argentina tiene, después del ´83, tres condenas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por desaparición forzada de personas, en Mendoza, personas en distintas circunstancias detenidas por la policía de Mendoza y que aún hoy continúan desaparecidas. Y ahora vamos por la cuarta condena por el caso de Iván Torres, que es un joven desaparecido en la provincia de Chubut en 2005. La Comisión Interamericana demandó al Estado argentino ante la Corte, en febrero el Estado argentino contestó y sancionó reconociendo que la policía de Chubut detuvo e hizo desaparecer a Iván Torres en octubre de 2005. Entonces, digo, esta desaparición forzada no empezó ni terminó con la dictadura militar. Y vinculada a la cuestión política tenemos a Julio López, testigo en el juicio a Miguel Etchecolatz, desaparecido el 18 de septiembre de 2006. Y quizás no vinculada con la cuestión de la militancia política, pero sí con la cuestión social tenemos el caso de Luciano Arruga, desaparecido hace dos años por la policía bonaerense. Esto hace al tema de la resignificación de la desaparición forzada como práctica que continúa, quizás con criterios que hoy podríamos decir de baja intensidad, pero no es que esa práctica terrorista haya cesado.

En ese marco de reconstrucción es que como Colegio de Abogados nos planteamos avanzar en la reconstrucción de la memoria de estos ocho colegas desaparecidos en Lomas de Zamora. Y teníamos que cortar en algún lado, porque hay más de cien abogados desaparecidos, tanto en el ejercicio de la profesión como funcionarios judiciales, pero quizás es una magnitud imposible de abarcar, por lo que desde el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora decidimos iniciar esta investigación profunda sobre los ocho casos que registrábamos en el departamento judicial. Un departamento judicial que en la década del ´70 recién se había creado, Lomas de Zamora como departamento judicial se creó en el año ´73, por eso tenemos de los ocho abogados desaparecidos sólo cuatro matriculados en nuestro colegio, los otros cuatro estaban matriculados en otros colegios sin perjuicio de lo cual ejercían en el ámbito del departamento judicial de Lomas de Zamora, e incluso algunos fueron fundadores del Colegio.

¿Cuál es la idea de la reconstrucción? ¿Por qué la reconstrucción? Porque queríamos rescatar algo más que los ocho nombres. Desde el ´83 hasta esta parte, o hasta los últimos años el Colegio venía reivindicando los ocho nombres de los colegas desaparecidos. Si van a Tribunales van a ver una placa en el hall, y también si van al edificio del Colegio de Abogados van a ver una placa allí. Pero en un momento nos planteamos que estas placas no reconstruían nada, más que los nombres, y que los nombres quizás no dicen mucho sobre todo para quienes no los conocieron, quizás para quienes de otras generaciones que sí los conocieron tienen un rostro, una cercanía, una amistad. Recién hablábamos con algunos docentes de esta casa, funcionarios judiciales, que recordaban haber conocido al papá de Leonardo Surraco y nos daban referencias de otros abogados que también lo conocían. Pero si yo les digo Surraco, Oshiro o Sosa, en realidad no les estoy diciendo mucho, y lo que pasa es que para muchos de nosotros, somos de una generación posterior, éramos pequeños cuando ellos ejercían, no los conocimos, entonces los nombres tampoco significaban nada, porque no tenían una identidad precisa, una relación, una presencia, una actividad.

La idea de la investigación propone esto, que es lo inverso de lo que pretendía la desaparición forzada de personas. Es decir, la desaparición forzada de personas lo que tiene como objetivo, aparte de eliminar a ese militante, a ese luchador social que plantea un cambio en la sociedad, pretende generar el terror y pretende generar una destrucción de la memoria, una destrucción de la identidad, tal como dijo Rafael Videla cuando dio la explicación cuando se le preguntaba sobre los desaparecidos: Los desaparecidos no están ni muertos, ni vivos, son algo que no están; y ese es el mensaje de la desaparición forzada, algo que no está, algo que no sabemos qué hizo, a dónde iba, que no sabemos de dónde venía y que en definitiva no está en la sociedad. Y lo que nos planteamos es romper eso, con la investigación lo que pretendemos es rescatar por lo menos de la memoria del terrorismo de Estado, que eso que no está vuelva a estar, que vuelva a tener identidad, que vuelva a tener no solo nombre y apellido, que vuelva a tener rostro, historia, que se vuelva a saber quiénes eran sus compañeros, dónde tenía su estudio jurídico, a qué se dedicaba, cuál era la rama del derecho que ejercía, quiénes eran sus amigos, su familia, con la idea de volverlos a traer. Esto de que el terrorismo de Estado nos arrebató, dijo “este es alguien que deja de estar”, nosotros lo que queríamos recuperar es que este alguien vuelva a estar, y vuelva a ser una persona.

A lo largo de la historia, por ejemplo, si yo les hablo de ocho millones de judíos asesinados en campos de concentración por el nazismo, por ahí el número no significa mucho, nadie se imagina ocho millones de personas, pero si yo les muestro una o dos fotos de judíos en un campo de concentración uno cobra la magnitud de lo que significó eso multiplicándolo por ocho millones. La idea de esta investigación es justamente para darle la magnitud de identidad, de seres humanos, de personas como nosotros, que en este caso no podemos decir que hayan estudiado en esta facultad, porque la facultad no existía en ese momento, pero sí fueron compañeros de facultad de muchos de los abogados que están en ejercicio, de algunos que son docentes en esta facultad, militaban con algunos que son docentes en esta facultad, vecinos. Por ejemplo, nos contaban que el fiscal general departamental era amigo de la familia de Leo (Surraco) por ser vecino. Entonces empezamos a recobrar identidades y fuimos conociendo familiares, amigos, fuimos recuperando esas historias y que ustedes ven en parte plasmadas en los banners y en las fotografías que integran la muestra. Sobre todo en las fotos se recuperan los momentos de las graduaciones, los amigos de la facultad, con sus familias cuando eran niños, sus estudios jurídicos, empiezan a ser personas como nosotros. Dejan de ser nombres y empiezan a ser personas como nosotros.

En esta reconstrucción de la memoria, desde el Colegio también queremos avanzar en lo que llamamos una memoria integral respecto a lo que pasó con el resto del Colegio. Es una segunda parte de la investigación, en la que el Colegio quizás viene rindiendo cuentas y rectificando errores históricos. Por ejemplo, en un hecho que nos resultó espantoso y que modificamos hace ya unos años, el Colegio había dado de baja a estos cuatro colegas matriculados por falta de pago. Sí, en el momento uno se ríe, pero es tétrico, significa la incomprensión que había entre las conducciones del Colegio, de las que debemos hacernos cargo no por haber estado, sino porque somos la continuidad histórica y debemos rectificarlo. Cuando nosotros buscamos los legajos de estos cuatro colegas matriculados, donde figuraban las denuncias de los familiares por las desapariciones, acto seguido el Colegio los había intimado a que paguen las matrículas que estaban adeudando y, como es obvio, aunque suene quizás humor negro, no se habían presentado a pagarla entonces los dieron de baja por falta de pago. Esto es lo que nosotros queremos cambiar, si hablamos de reconstruir la identidad no podemos darlos de baja por falta de pago a colegas que en realidad están detenidos desaparecidos. Y en ese mecanismo hace dos años, o un poquito más, presentamos una resolución que fue aprobada por unanimidad en el Colegio en el que obviamente los dábamos de vuelta de alta en la matrícula y registrándolos con su situación real, como víctimas del terrorismo de Estado, detenidos desaparecidos.

Otro punto en el que estamos trabajando es en la reconstrucción de por ejemplo en el padrón electoral del Colegio cuando se convoca a elecciones. Al estar dados de alta, en realidad figurarían como que no se presentaron a votar, este es un reclamo de los organismos de derechos humanos como también figuran en los padrones electorales de la Nación. Queremos que figuren en el padrón electoral como detenidos desaparecidos, y no como voto en blanco o que no se presentaron a votar, sino que quede claro que, en esta reconstrucción de la memoria, estos cuatro colegas no se presentaron a votar porque en realidad fueron en algún momento víctimas del terrorismo de Estado.

Y en esa rendición de cuentas del Colegio, también tenemos que asumir que mientras teníamos ocho colegas desaparecidos del departamento judicial, más de 130 en el país, dos presidentes del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora renunciaron al cargo de presidentes del Colegio para asumir como intendentes de la dictadura, en el municipio de Lanús y en el municipio de Lomas de Zamora. Esto es algo que tenemos que poner en discusión como sociedad, que tenemos que poner en discusión como abogados y abogadas, de cómo mientras los colegas desaparecían otros colegas contemporáneos y que también eran fundadores del Colegio y que conocían a los colegas desaparecidos, utilizaron el Colegio de Abogados para asumir como intendentes de la dictadura. Es el caso del Doctor Gregotti, que fue presidente del Colegio de Abogados y renunció al Colegio para asumir como intendente de Lanús, y el Doctor Orquín también presidente del Colegio y renunció para asumir como intendente de Lomas de Zamora. El Doctor Orquín figura en los legajos de los colegas desaparecidos como quien recibía las denuncias de los familiares que venían a denunciar las desapariciones. Por ejemplo, el caso de la hermana de Elenzvaig, quien vino al Colegio a denunciar que su hermano había desaparecido, la carta con la firma de la hermana de Elenzvaig figura en el legajo, y quien le toma la denuncia es el Doctor Orquin, que luego asume como intendente de la dictadura militar. Obviamente, uno puede asumir que esa denuncia no llegó muy lejos, habrá quedado guardada en el legajo de Elenzvaig y automáticamente tiempo después Elenzvaig fue dado de baja por falta de pago.

Esto también es parte de la memoria que tenemos que reconstruir y asumir. Si ustedes siguen los juicios, habrán visto que se está empezando a hablar de una dictadura cívico militar. Yo no comparto que la idea de que una parte de la sociedad civil fue cómplice del golpe militar, yo creo que en realidad fueron los autores del golpe militar. Los que dieron el golpe fueron las fuerzas armadas, pero estos sectores de la sociedad civil fueron los que utilizaron a las fuerzas armadas para beneficiarse de ese golpe. Quizás podamos tener diferencias, pero yo creo que hay más responsabilidad en los grupos económicos y en la sociedad civil, que en los propios militares. Ojo, con esto no quiero decir que los militares sean buenos, lo que quiero decir es que tenemos que empezar a cuestionar como están cuestionando muchos hoy, por ejemplo, a los jueces que fueron destituidos hace dos semanas por haber sido cómplices de la dictadura. Siendo jueces de la Nación tomaban declaración a los detenidos que denunciaban que estaban siendo torturados, que habían estado desaparecidos, que había mujeres que estaban siendo violadas en los lugares de detención, y ellos no tomaban las denuncias o les decían, como algunos reconstruyeron durante el testimonio en el juicio al juez Luis Miret de Mendoza, “bueno – le dijo – hay que aguantar”. Entonces me parece que esto también es parte de lo que debemos asumir como sociedad y empezar a exigir responsabilidades como sociedad.

Esta es la línea que nosotros tomamos con la reconstrucción. Y para ir cerrando, quiero explicarles por qué el proyecto se llama como se llama, que fue una gran discusión, porque si la idea de la desaparición forzada era que el desaparecido sea una cosa que no está, la idea del proyecto es que el desaparecido vuelva a estar, y en función de eso es que se llama Proyecto Aparecidos. La idea es que por lo menos, y en principio, estos ocho colegas vuelvan a aparecer, vuelvan a estar con nosotros su historia, su vida, su estudio, sus amistades y también su militancia política. Y esto quizás también para contarles la interna dentro del Consejo Electivo del Colegio de Abogados, que en algún momento algunos colegas plantearon que no estaba bien reivindicar las decisiones políticas de algunos de los abogados desaparecidos de militar en organizaciones de las llamadas revolucionarias, organizaciones armadas, y la respuesta a esa discusión fue que esa era la historia de los colegas desaparecidos. Entonces si nosotros queremos reconstruir la historia no podemos seleccionar qué parte de la historia nos gusta y qué parte no, en todo caso después cada uno hará la valoración de si comparte o no comparte, de si estaba bien o no, no es el objetivo de nuestra investigación. El objetivo de nuestra investigación es traer a los abogados en forma integral, no solamente con el hecho de que han sido víctimas del terrorismo de Estado, sino por qué han sido víctimas del terrorismo de Estado, incluida su decisión de militancia política y la reivindicación de la organización a la cual ellos decidieron pertenecer.

Este es un poco el desafío. Y para ser sinceros el Colegio de Abogados quizás puso parte de la idea, muchos de los recursos, pero no más que eso, la investigación en realidad no nos corresponde a los integrantes del Colegio de Abogados, sino que les corresponde a las chicas, integrantes del Grupo Tríptico, que son quienes se pusieron la idea al hombro y la fueron desarrollando. Para ser sincero, ningún abogado y abogada aportamos ni participamos ni de los banners, ni en las fotos, ni en las entrevistas, ni en las desgrabaciones, y eventualmente en el libro que se va a publicar después. Toda la investigación es por y exclusivamente de ellas, lo que nosotros aportamos fueron los contactos, “podés hablar con este, con el otro”, y eventualmente el compromiso para aportar los recursos y la infraestructura del Colegio, ahora la infraestructura de la Facultad de Derecho para esta reconstrucción.

Este es el desafío que asumimos como Colegio en la reconstrucción integral de la vida de estos ocho compañeros y en las responsabilidades que caben, en forma personal, a los que estaban en la conducción del Colegio, en forma institucional como continuadores del Colegio, y en reparar los errores que el Colegio cometió siendo quizás, ya es parte de la investigación, con mayor o menos conciencia, con mayor o menor responsabilidad parte de esa sociedad civil que guardó silencio frente al golpe, me parece que eso lo queremos dar vuelta, queremos un nuevo Colegio con otra identidad y con otra responsabilidad, y en función de eso encaramos la investigación, y sobre todo por eso Aparecidos. Tengan presente que la idea de Aparecidos es porque lo que estamos haciendo es robarle al terrorismo de Estado a estos ocho colegas y volverlos a traerlos con nosotros.

Discurso del Grupo Tríptico



Luego fue el turno de las integrantes del Grupo de Investigación Tríptico, que llevan adelante el proyecto “Aparecidos, Reconstrucción de la Identidad”. Martina Laborde explicó cómo comenzó a gestarse la realización de este trabajo, mientras que Cecilia Litvin y Celeste Pesoa dieron cuenta de algunos resultados de la investigación, especificando la forma en que los ocho abogados desaparecidos ejercían su profesión…

Martina Laborde

Buenas tardes, antes que nada queremos agradecer a la Facultad de Derecho de Lomas de Zamora por permitirnos realizar esta muestra, que es tan solo una parte del trabajo de investigación que venimos desarrollando hace prácticamente dos años y que se llama “Proyecto Aparecidos”.

Mi nombre es Martina Laborde. Yo soy diseñadora gráfica y tengo vinculación con la época de la última dictadura porque tanto mi mamá como mi papá estuvieron detenidos desaparecidos, y mi hermana nació en un centro clandestino de detención, el Pozo de Banfield.

Fue a través de mi madre que me llegó un e-mail del Colegio (de Abogados de Lomas de Zamora), en el que decían que necesitaban alguien para la realización de un mural en homenaje a los ocho abogados desaparecidos de su departamento judicial. Me gustó la iniciativa y fui a verlo a Claudio (Pandolfi, Secretario de Derechos Humanos del Colegio) pero ya con una idea que incluía una investigación.

Siempre que uno piensa en un mural imagina únicamente los nombres, la fecha de la desaparición y una foto, y mi idea era poder correrme de eso, sacarlos de esa lista, una lista que borra al ser humano, y hace como más fácil digerir a las treinta mil personas que estuvieron dentro de campos de concentración, torturados, con todo el horror que conocemos.

Fui al Colegio a reunirme con Claudio con esta idea y con la impresión de que no les iba a interesar y que lo único que querían hacer era algo políticamente correcto y que me iba a apurar para terminarlo para el 24 de marzo siguiente. Pero no, me encontré con Claudio, que se re-copó y nos dio toda la libertad del mundo y los recursos también para empezar esta investigación.

Coincidimos en que el objetivo del mural tenía que ser el de recuperar la identidad de los ocho abogados, identidad que les fue robada por el terrorismo de Estado. El mural tenía que dar cuenta de quiénes eran, cómo pensaban, qué leían, dónde militaban, cómo ejercían la profesión, cómo era su familia, cómo fue su infancia. Para así entender también el por qué de su desaparición.

Con Celeste somos amigas, ella es diseñadora gráfica, le conté del proyecto, le gustó y se sumó. Después buscamos a Cecilia, que es periodista, porque este proyecto necesitaba una persona que se encargara de la investigación, porque nosotras sabemos de imagen y capaz de concepto, pero no la parte de empezar a rastrear a la gente, a los amigos, compañeros, familiares. O sea, teníamos nombres nada más. Y algunos contactos de Claudio que nos sirvieron para empezar a destramar y a buscar. Así fue como conformamos el Grupo Tríptico, y empezamos a trabajar juntas. La verdad que ya nos supera todo el proyecto, y nos dio y da muchas satisfacciones. 

Como el proyecto se fue ramificando, fue tomando como otro color, empezamos a ver y encontrar otros objetivos. Nos dimos cuenta que el proyecto, la investigación eran muy importantes para los familiares de los desaparecidos. A pesar de los años transcurridos, todavía hay mucha gente que no quiere hablar, no quiere saber, o en realidad no puede, después de tantos años de impunidad, donde nada estaba claro, no había justicia. A muchos familiares les cuesta mucho hablar del tema. Por eso, esta investigación además de terminar en un libro, nos permitirá armar carpetas con todas las entrevistas que hicimos, todo el material que fuimos recopilando, para entregarle a cada familia .

Y en relación a los familiares, muchos ni siquiera pudieron venir a la primera muestra que hicimos en el mismo Colegio de Lomas. Los que sí pudieron acercarse, se paraban en la puerta un rato largo, muy conmocionados, no podían entrar. Fue impactante para nosotras también, ver cómo se emocionaban con lo que nosotras habíamos armado.

La otra faceta que también descubrimos en los entrevistados es la necesidad de hablar, había compañeros colegas que tenían como borrado el tema, hasta algunos se habían olvidado de dónde militaban, o para quién estaban trabajando en aquella época. Algunos luchaban por un país distinto y ahora los veías en un despacho, como con otras ideas en la cabeza. Pero ese click que se les hacía cuando los entrevistábamos también estaba bueno, porque empezaban a recordar y al principio no se soltaban y después de a poco iban recordando y se emocionaban también. Algunos nos contaron que nunca habían vuelto a hablar del tema, o que sólo lo habían hecho con sus familias, pero que les hacía bien volver a hablar, de lo que saben, de sus experiencias con estos compañeros.

A mí me sigue generando una satisfacción inmensa haber empezado este proyecto y esta idea de recuperar la identidad de los ocho abogados desaparecidos, de traerlos aunque sea con el recuerdo.

Cecilia Litvin

Buenas tardes, mi nombre es Cecilia, soy periodista. Y les voy a contar un poco sobre la forma en que los ocho abogados ejercían la profesión. En todos los casos, el ejercicio de la profesión estaba muy vinculado con el compromiso social, el militante.

La mayoría de los abogados que hoy homenajeamos se dedicaban a la defensa de trabajadores y de presos políticos. Queremos retomar algunas palabras del Doctor Pedro Kesselman durante una presentación anterior de esta muestra. Kesselman afirmó que estos abogados “lucharon siempre con los pobres, los perseguidos, con los despojados de derechos. Todos y cada uno de ellos fueron militantes y militantes de la vida, más allá de su pertenencia a determinados espacios, la coherencia de sus convicciones es lo que debemos resaltar y nosotros apelamos entonces a la memoria, no solamente a los recuerdos”.

Su compromiso con la profesión era permanente, la ejercían de una forma militante. No buscaban un reconocimiento, no buscaban ganar dinero. Muchos no llegaron a hacer un peso con la profesión…

Por ejemplo, Antonio Sosa nació en Catamarca, y vivió su infancia y adolescencia en el sur de nuestro país. A los 18 años se vino a vivir a Buenos Aires, fue obrero ferroviario. Trabajó en los talleres de Escalada, mientras estudiaba derecho en la Universidad de Buenos Aires.
Un colega lo describió como “un laburante del derecho”, un laburante que con esfuerzo se recibió de abogado, pero que no había dejado de ser laburante en su manera de ser, de afrontar la profesión, de encarar la vida.
Y aunque nunca le sobró nada, Antonio jamás hizo un peso con la abogacía. Siempre trabajó para sindicatos y defendiendo presos políticos.

Gastón Courtade solía asistir a reuniones o asambleas de trabajadores y los aconsejaba sobre cómo organizarse o los orientaba ante un problema de tipo jurídico.
Tanto Courtade como el resto de los abogados tenían clara la idea de que su formación académica no tenía mucho sustento social si no se vinculaba con el problema concreto de los trabajadores.

Muchos de nuestros abogados, en aquellos años 60 y principios de los 70, tenían contacto con la vida gremial y social obrera, en la que el debate sindical era cotidiano, la experiencia sindical, la organización de los trabajadores era una experiencia cotidiana.

En el caso de Pablo Surraco, gran parte de su militancia fue en la zona sur del conurbano, sobre todo en el Cuartel Noveno de Budge, y en el Barrio Los Pinos, de Llavallol. Como abogado y militante del peronismo, llegó a estar a cargo de la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Municipalidad de Lomas, durante el gobierno de Héctor Cámpora. Supo aprovechar esta oportunidad para ayudar en estos barrios a asfaltar las calles, consiguió columnas de alumbrado, luces, los técnicos para ponerlos, y por sobre todas las cosas, organizó a los vecinos.

Según nos relataron varios de los entrevistados hasta los 60 no había un movimiento de abogados con definiciones políticas, había asociaciones de abogados locales. Pero el golpe de Ongania en 1966 produjo un quiebre muy profundo y comenzó a unir la lucha de los abogados. Surgieron así asociaciones, federaciones, colegios. Se creó la gremial de abogados, de la que participaron varios de los abogados de Lomas, como Antonio Sosa, José Alfredo Zelaya Mass, Luis Elenzvaig, Gastón Courtade.

Específicamente en esta zona de la provincia, surgió el Movimiento Social de Abogados, que conformó Zelaya Mass, entre otros. En un principio se planteó contra la dictadura desde el punto de vista de las libertades, de la pelea por la vuelta al orden constitucional. A medida que estos debates se desarrollaban se fueron incorporando gran cantidad de jóvenes abogados, que comenzaron a tomar y continuar las reivindicaciones políticas, sociales y económicas. Se dio un proceso de radicalización del ejercicio de la profesión. Por esos años, además, se produce la primera desaparición de un abogado: Néstor Martins y su cliente Nildo Centeno a fines de 1970.
Este movimiento social de abogados participó de la primera elección que se realiza en el flamante Colegio de Abogados de Lomas de Zamora. No ganó, pero obtuvo alrededor del 25 por ciento de los votos.

Celeste Pesoa

Hola, soy Celeste, la otra diseñadora del Grupo Tríptico, y antes de leerles algo que escribimos para hoy, les quería contar algo que se me viene a la mente en este momento. Cuando le conté sobre este proyecto al marido de mi mamá que es ex detenido desaparecido, me escuchó atentamente hasta el final y me dijo, con cierto alivio, “lo bueno de esto es que este problema ahora es de todos, ya no es más solamente de la gente que lo sufrió directamente sino que ahora se está transformando en un problema de todos porque nos hacemos conscientes del problema, de todo lo que sucedió. Les leo ahora el texto...

Las persecuciones a los abogados no eran solamente porque militaban, sino también porque ejercían la profesión de una forma militante. En esos años, los abogados defendían a presos políticos sin importar si pertenecían al mismo partido que ellos. Baldomero Juan Valera, apoderado del Partido Comunista de la Provincia de Buenos Aires, fue uno de los abogados que más defensas de presos políticos realizó durante los primeros meses de la dictadura de 1976, y no todos sus defendidos estaban afiliados al comunismo.

Durante los primeros tiempos de la dictadura, además de interponer habeas corpus, varios abogados seguían defendiendo a trabajadores, en algunos casos contra empresas muy relacionadas con el poder. Algunos entrevistados nos comentaron que, al momento de desaparecer, Oshiro y Courtade estaban haciendo una defensa colectiva de un conjunto de 130 trabajadores en conflicto con una empresa química de Quilmes. Se dijo muchas veces que esa empresa pertenecía a un familiar de Martínez de Hoz, por lo que no puede descartarse la posibilidad de que el secuestro haya estado vinculado con este conflicto sindical.

Al momento de desaparecer, Pablo Surraco estaba investigando las irregularidades en la relación del Estado argentino con la empresa de electricidad Italo Argentina, en la que también estaba involucrado José Alfredo Martínez de Hoz. Justamente, todo este compromiso, toda esta lucha fue lo que desde el terrorismo de Estado se quiso destruir.

Nuestros abogados desaparecidos, militaban, soñaban un país diferente, con igualdad de oportunidades, se animaron o creyeron que era posible cambiar lo establecido. Pero no fueron los únicos, fueron 30 mil, y la única manera de acallar sus voces fue a través de un plan siniestro de exterminio, asesinando a toda una generación. Fue a través de la tortura y la muerte que lograron romper los lazos solidarios, infundir el miedo, el “No te metás”, el “Algo habrán hecho”.

Intentaron silenciarnos durante años, intentaron hacernos creer que nada podemos hacer para cambiar la realidad, modificar nuestro barrio, nuestro lugar, nuestro país, nuestro destino.

Por eso creemos que es tan importante recuperar y reconstruir la vida de los desaparecidos, en este caso de estos ocho abogados militantes, porque su historia es parte de nuestra historia, y es necesario conocerla, no solo para reivindicar su lucha, su compromiso, sino también para tomar los elementos, las enseñanzas que nos permitan construir un modelo de sociedad diferente, basado en la participación, la solidaridad, la organización, el compromiso, para construir todos juntos un futuro diferente… un futuro como el que nuestros ocho abogados soñaron y lucharon.

Testimonio de Margarita Cruz



A su turno, Margarita Cruz habló de la necesidad de construir y trabajar sobre la “memoria histórica”. Recordó que los primeros sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, las primeras personas que salían con vida de aquellos infiernos también recibieron el nombre de “aparecidos”, y destacó la importancia de sus relatos y testimonios para la lucha por la memoria, la verdad y la justicia…

Mi nombre es Margarita Cruz e integro la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos hace 26 años, de la cual fue fundadora la mamá de Martina, Adriana Calvo. Y como tal, como ex detenida desaparecida, me gustaría aclarar lo que sería la memoria histórica, porque yo soy sobreviviente del primer centro clandestino de detención que existió en la Argentina, y que no fue bajo un gobierno de dictadura militar, sino que fue en el año 1975, y fue la Escuelita de Famaillá en Tucumán. O sea, el diseño del plan de exterminio se realiza en el año 1975, y en Tucumán ya había en ese momento siete centros clandestinos de detención.

Se me puso un poco la piel de gallina cuando supo el nombre del proyecto, Proyecto Aparecidos, y de repente me acordé cuando se funda la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos en el año 1984, nosotros veníamos a dar cuenta de que éramos los primeros aparecidos, de los 500 centros clandestinos de detención, campos de exterminio que existieron en el país, y que veníamos a dar cuenta que los 30 mil compañeros de esa generación de la cual nosotros éramos parte, porque también fuimos compañeros y seguimos siendo militantes, habían quedado en esos 500 centros clandestinos. Ahora decimos 500 porque es lo que se sabe, pero en ese momento 350, estoy hablando de 26 años atrás. Entonces como Asociación nosotros nos proponemos contar lo que habíamos vivido en esos lugares de exterminio, porque contando dábamos cuenta que en esos lugares habían quedado los 30 mil compañeros.

Entonces qué éramos, qué resultábamos ser nosotros, nosotros resultábamos ser los aparecidos, los aparecidos que aparecimos. Yo en el ´75 fui la primera aparecida, donde realmente nadie creía lo que pasaba en esos lugares, que tampoco llamábamos centros clandestinos de detención, en ese momento en Tucumán se llamaban lugar de reclusión de detenidos. Entonces fuimos apareciendo, y en ese aparecer nos juntamos declarando por primera vez en la Conadep, donde ahí íbamos dando cuenta de qué compañeros habíamos visto en esos terribles lugares. Y lo que terminamos llamando testimonios, sin saber el valor histórico que fuera a tener en estos días, y que realmente… qué era testimoniar, era armar un conjunto de palabras con mucho dolor, articulando como podíamos, con muchos silencios, y esos silencios hablaban de esas ausencias de los 30 mil.

Y fuimos parte de esa construcción de lo que acá se dio en denominar, y que es realmente, la memoria histórica, pero nosotros partimos de la concepción de que memoria hay solamente cuando hay justicia, una verdadera memoria es cuando hay justicia y cuando hay verdad, y esa verdad la arrancábamos, es decir que los compañeros desaparecidos tenían una identidad política, es decir, no había sido esta generación llevada a esas mazmorras porque si, ellos realmente intentaron derrotar a un pueblo que pretendía hacer una revolución, o sea lo que estaba marcándose en ese momento por ese contexto latinoamericano y mundial, por qué no decirlo, era que había muchísimos pueblos que intentaban liberarse del yugo imperial, eso era lo que estaba pasando y no era solamente en la Argentina, era por supuesto Guatemala que tiene muchísimo desaparecidos, veníamos de lo que planteaba la Revolución cubana, veníamos del Vietnam, del Mayo Francés, era toda una continuidad histórica que marcaba un mapa histórico de contexto mundial. Y en ese punto estábamos nosotros, estos militantes que como bien recrearon las compañeras tenían una identidad, lo que muestran estos relatos es que ese era el país que teníamos en esos años, en los ´60, en los ´70.

Era un país que luchaba por lo pronto para que los chicos no se mueran de hambre, por libertades democráticas, porque había trabajo, porque había trabajadores en cantidades, y porque a esos trabajadores que tenían su lucha sindical de avanzada totalmente también había que defenderlos. Recordemos también que hubo otras tantas dictaduras, esta generación, la generación mía por ejemplo, yo no había votado, a los 21 años yo no había llegado a votar. Muchos que eran mayores que yo, nunca habían conocido que sus padres hubieran votado, porque teníamos atrás veinte años de dictadura y de proscripciones.

De esa memoria histórica era que veníamos a dar cuenta los sobrevivientes. Al principio éramos un puñado, pero nuestra lucha tenía que ver con rescatar esa memoria de los compañeros y exigir justicia.

Nosotros en el ´84 éramos por supuesto un organismo nuevo, porque salíamos de los centros clandestinos; las Madres comienzan en el ´77, Familiares mucho antes, en el ´75 también ya estaba la Liga, organizaciones de Derechos Humanos. Y cuando digo los primeros aparecidos, también (Claudio) Pandolfi me dispara algo más en la memoria que tenía que ver con las cosas que nos hicieron como generación, fueron planificadas, sistemáticamente planificadas, nada estaba librado al azar, y venían de otras formas concentracionarias, por decirlo así, que fueron los campos de concentración nazis. En Tucumán tenía que ver con el Vietnam, otro tipo de formas represivas, pero nada fue al azar, entonces quiero decir que cuando dicen los aparecidos, también decían, Primo Levi lo decía, serán cosas tan terribles las que les haremos que nadie podrá creer lo que vivieron. Y fue así ese proceso, realmente fue así, fue un proceso en el cual tuvimos que atravesar muchísimas impunidades. Cuando se da el juicio a las juntas, por ejemplo, estaba prohibido hablar de la militancia política, o sea la fiscalía, porque estaba plasmada ahí la teoría de los dos demonios, o sea no podíamos hablar de la identidad política.

En la medida en que la lucha fue haciéndose más histórica y más relevante de todo nuestro pueblo, fuimos avanzando en lo que hoy consideramos una memoria histórica de los desaparecidos. Hoy decimos que nuestros desaparecidos fueron compañeros que lucharon por un país mejor, que lucharon con distintas formas, desde las formas sociales de base hasta organizaciones armadas, eso hay que decirlo porque hubo un sinnúmero de formas de luchar en nuestro país en esos años.

Y hoy estamos, con los juicios, nuestros testimonios a tantos años se convirtieron en la prueba material de que los compañeros detenidos desaparecidos fueron desaparecidos en esos terribles campos de concentración, y nosotros somos la prueba material de que estuvimos con ellos, a ellos los vimos en algunos campos de concentración, seguramente algún compañero mío va a declarar o vio o estuvo con Surraco, que estuvo en El Banco. O sea, nos convertimos en la memoria viviente del exterminio, del genocidio.

A muchos años esos testimonios, articulando palabras como podíamos, es ahora la prueba material y concreta, que marca la línea divisoria de quiénes son los genocidas y quiénes son las víctimas, quiénes somos las víctimas, en los juicios que se realizan por crímenes de lesa humanidad. Nosotros decimos que está muy bien los juicios, hay muchos juicios, aceleran de alguna manera esa memoria histórica, porque en los juicios aparece también la memoria y la vida de cada desaparecido, pero también es cierto que sigue habiendo impunidad porque la justicia no ha alcanzado todavía ni a tener un solo represor condenado por campo de clandestino, no hay 500 represores condenados. Ni que hablar de la desaparición de Julio López, ni qué decir de las amenazas a testigos, ni qué decir del asesinato de Silvia Suppo.

O sea, me parece que hablar de la memoria histórica es rescatar la vida de los desaparecidos, es seguir luchando contra la impunidad, es seguir reclamando justicia, es luchar por educación, por salud, para que salgan profesionales como los que contaron las chicas. Yo hago un trabajo en Bunge por una cuestión de trabajo social que hago con el tema de violencia, y realmente me conmueve ver la pobreza, el desamparo de la gente, y creo que menos mal que la memoria de los 30 mil vamos camino a que sea de todos, y me parece que el papel de los abogados en esto es muy importante no solamente en la reconstrucción de la memoria en el pasado, sino en este presente que también es doloroso.

Podría continuar, pero no quiero ocupar más tiempo. Muchas gracias por escucharme, gracias por estar acá, y los convoco a nuevas investigaciones de memoria, todos las podemos hacer, todos tenemos capacidades, tenemos la posibilidad de estar en una casa de estudios, tenemos más posibilidades que otros, y los convoco a sumarse a nuestra lucha, por la memoria, la verdad y la justicia.

Leonardo Surraco

El hijo de Pablo Basilio Surraco Britos habló sobre la experiencia propia, sobre la condición de ser hijos e hijas de desaparecidos y asesinados en el último genocidio. Se refirió a las responsabilidades del Estado e invitó a los presentes, en su mayoría estudiantes de abogacía, a reflexionar acerca de las formas en que el Derecho puede  elaborar respuestas, soluciones a las actuales y diversas consecuencias de la dictadura…

Primero quería agradecerles por estar acá, a las chicas del Grupo Tríptico por el laburo que están haciendo, al Colegio de Abogados, a Margarita. Soy Leonardo Surraco, hijo de Pablo Surraco, uno de los abogados de los cuales están reconstruyendo la historia a través del Grupo Tríptico y el Colegio de Abogados. Pertenezco a una organización, que se llama Colectivo de Hijos, que es bastante novedosa, que nuclea a hijos de desaparecidos y asesinados durante el último genocidio.

Ahora vengo de Santa Cruz, nos convocaron al Colectivo para dar charlas en algunos colegios, y la compañera con la que fui decía en relación a cómo explicarles a los chicos la cuestión de la condición de hijos; y haciendo referencia también a unas actividades que nosotros hacemos con el Colectivo, una parte artística que tenemos, que son unos collages; que armar la historia de sus padres era como armar un collage, como ir uniendo fragmentos. Ella sabe que su papa había estado detenido en La Cacha, pero de la madre todavía no sabe muy bien si estuvo en El Vesubio o en El Banco. Ella justo es de Santa Cruz, los padres eran de Buenos Aires pero se fueron a vivir a Río Gallegos, entonces me tocó visitar junto a ella a los que eran los compañeros de sus viejos. Vi en concreto esto que les decía a los chicos que venían a las charlas, de que iba armando realmente por fragmentos la historia. Uno le contaba que había estado en tal Unidad Básica, otro le contaba que había sido Secretario de Cultura, que la madre esto, lo otro, que en el ´60 y pico esto, que en el ´70 y pico lo otro, después las historias de los sobrevivientes que la vieron en centros clandestinos. Y de a poquito, por allá, por acá, fragmentos, armando una identidad.

Esa experiencia que es propia de la condición de los hijos de desaparecidos, que también se puede ver en otro tipo de condición, acá hay responsables de terrorismo de Estado, pero calculo que cualquiera que no tenga a su madre y/o a su padre irá armando de esa manera la historia. Pero esa experiencia propia de los hijos de desaparecido la pueden ver ustedes reflejadas en los banners de esta muestra. Es increíble porque realmente son fragmentos. Entonces yo veo el de mi viejo y de repente veo una máquina de escribir, una corbata, está Evita, Perón, la bandera de una organización, el ERP 22, está también su tarjeta de abogado. Entonces cómo esos fragmentos van conformando esa identidad. Y el trabajo que están haciendo ellas, que estamos haciendo todos de reconstruir esos fragmentos de identidad, si le damos una vuelta de rosca uno tendría que pensar y reclamar que en definitiva es el Estado el que tendría que estar encargándose de eso. El Estado es el que tiene que estar buscando dónde estuvo cada desaparecido, en qué centro clandestino estuvo, en encontrar ahora a los familiares, así como hacemos nosotros, como hacen ellas, para contarles la historia. Porque el Estado es el responsable de la desaparición y asesinato de tantas personas. En parte es una labor que es grandilocuente y la podemos ver repetida en muchas experiencias a lo largo y ancho del país.

Pero pensemos, y ya que estamos acá en la Facultad de Derecho. Que mi viejo no estudió en Lomas ni en la UBA, estudió en El Salvador, que en aquella época pertenecía a una diócesis de curas progres, cuasi tercermundistas. Pero yo voy a agarrar ese fragmento de identidad de mi viejo y voy a traer ese pedacito que es lo poco que sé de su profesión como abogado. Para pensarlo también desde el presente y por qué cada uno de ustedes se está dedicando al derecho. Yo me dediqué a la Sociología, a pesar de que mi abuela me insistía con que estudiara derecho, pero no le hice caso. Un poco las chicas contaron, una de las cosas que hacía mi viejo era tratar de rescatar presos políticos. Mis tíos estuvieron detenidos en Devoto en el ´73, mi viejo movió, trató de hacer lo imposible para que salieran, después vino Cámpora y los sacó a todos, pero mis tíos siguieron detenidos. Una de las cosas que planteaban los abogados eran los habeas corpus, los familiares no encontraban profesionales para hacer los habeas corpus, era muy difícil, y una de las cosas que hacía mi viejo como abogado era esa también, habeas corpus para los compañeros que siguen desaparecidos. Después viene toda la historia de los habeas corpus, porque primero era difícil conseguir un abogado que lo firme, después lo difícil era que te lo acepten, mi familia lo presentó tres veces, hasta que al final la justicia lo aceptó.

Trato de acotarme todo lo posible, y sigo dentro de la cuestión del genocidio, del terrorismo de Estado, y ahí va otra cuestión que tiene que ver con la figura de la desaparición forzada de personas. Hay un diccionario francés en el que uno busca la palabra “desaparecidos” y está en castellano, y obviamente hace referencia a todo lo que estamos hablando acá. Fíjense cómo el Estado democrático, después de que había pasado el terrorismo de Estado, el genocidio, trata de encontrar palabras, conceptos, nuevas formas de nombrar eso que parecía innombrable, en ese momento ni los propios militantes imaginaban que podía venir esta atrocidad, los centros clandestinos, la desaparición forzada de personas, la aniquilación, el robo de niños, toda una gama de terror que era inimaginable. Pero, sin embargo, ante ese hecho inédito, que es la desaparición forzada de personas, se encuentra un concepto, se encontró la figura, se instituyó, se legisló y hoy es parte dentro del ámbito jurídico.

Digo para no quedarnos en el terrorismo de Estado, en el genocidio en sí, cuántas consecuencias trajeron y que son hoy necesarias pensar. Estamos hablando de hechos inéditos, de una figura nueva que es la desaparición de personas. ¿Cuántas consecuencias trajo eso? ¿El derecho está pensando de esa manera, está tratando de encontrar nuevos conceptos? No sé si alguno de ustedes asistió a los juicios, son abiertos, pueden ir con el documento, van, se sientan, escuchan a los sobrevivientes, y uno lo ve y ve un poco la crítica que hace nuestra organización, parece, no sé, el marco que tiene, y ojo no estoy diciendo que están mal, pero justamente los invito a pensar estas cuestiones, estamos hablando de hechos inéditos y uno ve un tribunal y acusados y testigos que pasan y parece que es un delito común, después ves las calificaciones: privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados, con suerte se le puede endilgar a un responsable de un asesinato, un homicidio. Pero ninguna es por genocidio, pero aparte ninguna trata de dar cuenta de la dimensión. Y no veo, y por eso se los trasmito como inquietud, no veo espacios donde se estén pensando estas consecuencias inéditas, porque al final estamos juzgando a los milicos como si fueran ladrones de bicicletas o el pibe chorro de acá a la vuelta, y al final le suman y mató a no sé cuántos, secuestró no sé a cuántos, pero me parece que un desafío de este presente es pensar esas consecuencias que no entran en el derecho.

Nosotros, como colectivo de hijos, tenemos varios proyectos que justamente tienen que ver con esto que les estoy contando, con la cuestión de dar cuenta de la condición de hijos de desaparecidos, asesinados, buscando otras maneras. Hay una ley en la Ciudad de Buenos Aires que obliga a los organismos del Estado de la Ciudad a incluir en el casillero, ustedes lo habrán visto cuando se anotaron en la facultad: Padre, muerto o vivo. ¿Y al desaparecido dónde lo metemos? Y esto la Ciudad de Buenos Aires lo implementó hace años, no muchos organismos del Estado lo han incorporado. Pero esto va más allá del hijo o hija de desaparecido que no encuentra el lugarcito del detenido desaparecido en un formulario. En el registro civil también pasa, se van a casar, y les van a preguntar si el padre está vivo o muerto. Va más allá de la condición de hijo de desaparecido porque lamentablemente uno de los estados de las personas en la República Argentina es ser detenido desaparecido. Puede estar muerto, puede estar vivo, puede estar detenido desaparecido, y eso va más allá del problema que podamos tener nosotros los hijos cuando vamos a llenar un formulario. Es también una cuestión para pensarlo a largo plazo, que los que se vengan a anotar a la facultad dentro de 150 años, vean que uno de los estados de las personas es detenido desaparecido.

Les quiero dejar estas inquietudes que son parte del Colectivo porque calculo que les compete porque están estudiando derecho, y les agradezco haberme escuchado. 

Palabras del Prof. Gabriel Gallego


Al finalizar la charla, el profesor Gabriel Gallego (titular de la cátedra Derecho Constitucional de la UNLZ) dirigió unas palabras a los presentes, en las que recordó a tres abogados desaparecidos de Lomas de Zamora, a quienes tuvo oportunidad de conocer…
 
Yo soy abogado de Avellaneda, militante peronista desde los 15 años, y la semana pasada Claudio (Pandolfi), integrante con mucho orgullo de mi cátedra de Derecho Constitucional, me invitó al acto de los abogados desaparecidos en la Universidad de Avellaneda. Les quiero decir que esto no es un análisis jurídico, sino simplemente una necesidad emocional. Pedí por favor de hablarles. Yo en la época era dirigente sindical de la Asociación Judicial Bonaerense, era funcionario judicial además de militante político, por eso los conocí a Zelaya, Surraco, a Oshiro, de los demás no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo de los tres es de la risa.

Me resultó muy difícil en la reunión del otro día en la Universidad de Avellaneda considerarlos muertos. Me resultó muy difícil tener que cumplir años dentro de unos días y ellos haber sido arrancados tan violentamente de esto. Me resultó muy difícil que nada de todo esto tenga una reparación suficiente. Y me parece que como futuros abogados ustedes merecen entregarse a los elementos que los puedan resguardar de que esto no se repita. Y ojo, esto se repite y se repite constantemente. La masividad, la impunidad, la saña, con que hemos sido perseguidos durante varios años continúa con los más humildes, con los más desposeídos, los que van a ser perejiles de delitos ajenos, van a ser aquellos que tienen que llenar las estadísticas o que alguna vez fueron testigos de algo y de pronto no los tenemos más.

Cuando Surraco habló del habeas corpus, herramienta de progreso social, cívico, humano, la forma en que ha sido desvirtuada, ignorada y desmantelada no ha sido solamente producto de los esbirros militares, acá los que resolvían los habeas corpus eran jueces, a los que les daban la orden, deshonrando la profesión de abogado y mucho más la de jueces. Hemos tenido jueces que interrogaban a los detenidos bajo tortura, hemos tenido personajes que colaboraban activamente en los castigos morales, en decirnos que los que iban a ser próximamente secuestrados iban a ser nuestros hijos, o ya lo estaban.

Quiero decirles que todo esto que estamos construyendo del Estado de Derecho es absolutamente necesario y es la única salvaguarda que tenemos aquellos que no poseemos la fuerza como única razón para vivir. Quiero decirles que la posibilidad de poder dirigirme a ustedes y de poder haber escuchado muchos de estos testimonios, me resarce de muchas cosas, me completa, me quita un poco de angustia, pero fundamentalmente el mensaje es que en mi cátedra se enseña que los derechos tienen jerarquías, y cuando hablamos de cuál es el orden jerárquico en la constitución nacional de los derechos todo el mundo habla de la vida, y nosotros consideramos que la vida es un elemento biológico; el elemento principal, el derecho principal es la dignidad, y de lo que podemos estar absolutamente seguros es de que todos estos compañeros que han sufrido los tormentos y la muerte, lo que han salvado profundamente es la dignidad, no solamente como abogados, sino como hombres y amigos.

Muestra “Aparecidos” en Avellaneda

Del 14 al 21 de marzo, la muestra itinerante “Aparecidos, Reconstrucción de la Identidad” estuvo exhibida en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). A la presentación, que tuvo lugar el 17 de marzo, asistieron el rector organizador de la Universidad, Jorge Calzoni; el Director General del Área de Derechos Humanos de la Municipalidad de Avellaneda, Enrique Arrosagaray; el Dr. Pedro Kesselman; el Secretario de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora, Claudio Pandolfi; y las integrantes del Grupo de Investigación Tríptico.

martes, 1 de marzo de 2011

Presentación del "Proyecto Aparecidos"


El 10 de noviembre de 2010, el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora organizó la Jornada por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Allí, se les entregó a los familiares de Antonio Sosa, Luis Elezvaig, Gastón Courtade, Oscar Oshiro, Baldomero Juan Valera, Pablo Surraco Britos, Domingo Angelucci y José Alfredo Zelaya Mass una medalla en reconocimiento al trabajo y lucha de los ocho abogados.

Además, se realizó la presentación del Proyecto Aparecidos. Este trabajo es llevado adelante por el Grupo de Investigación Tríptico y consiste en dar cuenta de quiénes eran los ocho abogados desaparecidos. Cómo ejercían la profesión, cuál era su militancia, sus ideas, cómo eran como amigos, padres, hijos. Es decir, devolverles de alguna manera la identidad que les fue quitada por el Terrorismo de Estado. Toda la información recopilada, sobre todo a través de entrevistas a personas que los conocieron, será plasmada en un mural y en una publicación.

A modo de adelanto de este trabajo, se presentó ese mismo día una exposición con fotos, imágenes y distintos materiales gráficos relacionados a los abogados. Esta exhibición será itinerante.

Grupo Tríptico
Discurso de presentación del trabajo de investigación a cargo de su coordinadora, Martina Laborde.





Cecilia Litvin, Celeste Pesoa y Martina Laborde, integrantes del Grupo Tríptico


Buenas tardes a todos, en primer lugar queríamos agradecer a la Secretaría de Derechos Humanos del Colegio, por habernos dado la posibilidad de realizar este trabajo.
En segundo lugar queríamos contarles cómo surgió este proyecto.
Hace ya casi dos años, me llegó un mail a través de mi madre, donde el Colegio solicitaba algún interesado en hacer un mural que recuerde a los ocho abogados desaparecidos del departamento judicial de Lomas de Zamora…

Me interesó la idea de hacer un mural, pero no me terminaba de convencer el típico mural con los nombres y las fechas de desaparición. Además siempre me pareció que las listas los asociaba a un número, uno más de tantas muertes, quitándoles así la identidad.

Mi idea de mural pasaba por recuperar la identidad de los ocho abogados robada por el terrorismo de estado. Saber quiénes eran, cómo pensaban, qué música escuchaban, qué leían, dónde militaban, cómo ejercían la profesión, cómo era su familia, cómo fue su infancia. Y así entender el por qué de su desaparición.

Viene a la primera entrevista con Claudio Pandolfi (a quien no conocía) convencida que me iba a decir que no había tiempo, que quería el mural para el 24 de marzo, y que mi proyecto era muy ambicioso. Bueno, no fue así, le encantó el proyecto y me dio vía libre para realizarlo.

En ese momento me di cuenta que no iba a poder llevar adelante este trabajo sola. Así fue como convoqué primero a Celeste Pesoa, diseñadora gráfica, para trabajar juntas en la realización del mural. Y luego a Cecilia Litvin, para que como periodista nos ayudara en la investigación.


A medida que comenzamos a recorrer este camino, conocí a dos personas maravillosas, Celeste se puso el proyecto al hombro desde el primer momento para llevarlo adelante con paciencia y optimismo. Y Cecilia, sin quien esto no hubiese sido posible, comenzó hacer un trabajo de hormiguita, rastreando contactos, llamando, insistiendo, investigando. En las reuniones de trabajo siempre traía novedades. “Che hay un Courtade actor que se llama Gastón, mucha coincidencia, tiene que ser familiar, lo voy a contactar” y lo contactaba. Y sino Celes entraba al facebook y empezaba a buscar familiares por Facebook, sin saber si tenían alguna relación con los abogados, y los encontraba. Y de a poco fuimos encontrando conocidos, personas que habían estudiado con ellos, o que habían militado juntos. Y fuimos armando sus historias.

Y fuimos pensando y repensando juntas que muchas veces la única referencia en imágenes que queda del desaparecido es la foto del documento, en blanco y negro, anacrónica, sin expresión. Creo, creemos, que es a través de los recuerdos, de los momentos compartidos que las personas perduran en la memoria.

De hecho así lo dice un fragmento de una canción de Rubén Blades, que utilizamos de referencia: “¿Y cuándo vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento”. De aquí surgió también la idea de que nuestro proyecto se llame, justamente, Proyecto Aparecidos.

Pasó ya un año y medio desde que empezamos este camino, de un paciente trabajo, que aún no termina… y a lo largo de estos meses fue creciendo, hoy sumamos más de treinta entrevistas realizadas, y varias pendientes. Armamos un blog, donde iremos dando cuenta de los avances de nuestro trabajo; desde el Colegio surgió esta propuesta de realizar la entrega de medallas y llevar adelante esta exposición, que será itinerante.

Pero también fuimos resignificando el objetivo del trabajo. En un principio pensamos el proyecto sólo para los abogados como destinatarios. Jóvenes que pasarían por los pasillos de este Colegio o de los tribunales y verían este mural y se preguntarían quiénes eran estas personas, para descubrir la pasión con que ejercieron su profesión en esos años. Para descubrir que ejercían la abogacía justamente de una forma militante con la defensa de presos políticos, de trabajadores, de postergados.

Ahora, además, nos damos cuenta de la importancia que puede tener este trabajo para algunos de las familiares que descubrirán facetas desconocidas de sus desaparecidos, y que el dolor y la impunidad de tantos años les impidió develar.

Quizás en esta exposición vean imágenes de Antonio, José, Oscar, Gastón, Luis, Domingo, Pablo y Baldomero que nunca habían visto antes. Se enterarán de cosas que no sabían, características de su personalidad que no pudieron llegar a conocer.

De alguna manera, sentimos que el trabajo que estamos realizando es como un rompecabezas, que nos permite ir recuperando la identidad de estos ocho compañeros, ya que algunos entrevistados nos hablaron de ellos como abogados, otros desde el punto de vista de la militancia, otros nos contaron cómo eran como amigos, papás, hermanos, primos, o nos relataron recuerdos familiares…

También en este camino descubrimos, en la mayoría de los entrevistados una enorme necesidad de poner en palabras sus recuerdos. Casi siempre, los primeros minutos de las entrevistas fueron difíciles, las conversaciones comenzaban con respuestas cortas, frases como “no sé de qué les va a servir lo que les cuente” o “no sé qué más decir”, pero todas terminaban en largas charlas, varios encuentros, y la aparición de frases como “hace mucho que no hablaba de esos años” o “esto no se lo había contado a nadie por fuera de mi familia”.

Nos quedó en claro la necesidad de hablar, de recordar, de difundir lo que sucedió en esos años, y sus consecuencias que perduran en el presente; como así también qué pocos espacios, o al menos no los suficientes, parecen existir para hablar de estos temas, aún hoy con todo lo que se ha avanzado.

Durante las charlas, tanto nosotras como los entrevistados pasamos de las lágrimas a las risas, recordando situaciones tristes pero también anécdotas imperdibles de los abogados. Descubrimos sus otras facetas, más allá de la abogacía, relacionadas en muchos casos con la escritura, la pintura, la apicultura… Nos sorprendimos con la cantidad de características en común que existían, existen, entre los abogados, más allá del hecho que entre ellos, algunos, se conocían…

Por ejemplo, Surraco y Zelaya eran amigos al igual que Sosa y Courtade. Courtade y Oshiro compartían el estudio jurídico, de donde fueron secuestrados. Muchos de ellos tenían además inclinaciones artísticas. Y por supuesto todos tenían un fuerte compromiso político y social. Y muchos de ellos tenían una activa militancia partidaria.

Lo que llevó a que estuvieran detenidos en más de una oportunidad o que fueran amenazados, algunos sabían que eran perseguidos, como lo demuestra una carta manuscrita que Elenzvaig envió a este Colegio de Abogados. A algunos se les recomendó abandonar el país, pero ellos no quisieron, no lo aceptaron. Consideraban que debían continuar su lucha aquí.

Nosotras aprendimos a respetar los tiempos de cada uno de los entrevistados, las ausencias, las negativas, hasta los enojos. Y agradecemos enormemente las palabras, las ayudas, los acompañamientos, las recomendaciones y el compromiso de todos los que hemos contactado. Les agradecemos por habernos confiado sus recuerdos, sus historias de vida, por relatarnos sus momentos más dolorosos, por brindarnos tanto material gráfico, fotos, dibujos, documentos.

A través de los relatos, tomamos conciencia de lo valiosa que fue esa generación de hombres y mujeres comprometidos, militantes que creían posible un mundo más justo.

Y este trabajo también fue importante para nosotras porque indica una gran toma de conciencia sobre los terribles acontecimientos sucedidos no hace mucho tiempo, y las hermosas vidas que esa época negra se llevó. Nosotras crecimos en tiempos en los que todo se olvidó, se indultó y se cubrió con una gruesa capa de maquillaje.

Lo que hoy exponemos es tan solo una muestra, una parte del material que hemos recopilado a lo largo de estos meses de investigación, y un adelanto de cómo será el mural que inauguraremos el año que viene. Sabemos que aún nos faltan datos. De hecho, ya tenemos nueva información que no está en la muestra.

Aprovechamos también para invitar a quienes están aquí presentes, y conocieron a los abogados, a que nos contacten, nos acerquen imágenes, recuerdos, que nos corrijan si algún dato no es correcto… porque esta reconstrucción continúa y continuará más allá del final del mural, y de la publicación prevista para el año que viene.

Y nos parece necesario insistir en la importancia de realizar este tipo de trabajos, que experiencias similares se reproduzcan en otras áreas, zonas, instituciones.

Y nos gustaría cerrar con dos textos. Uno de Alberto Zelaya, primo de José Alfredo Zelaya Mass, que enterado de este acto, envió este texto desde Colombia donde vive.

De esta manera, los recordamos a la vez como hombres de carne y hueso para recuperar lo que fueron en vida: hijos, hermanos, familiares, amigos, colegas dilectos; pero también como profesionales del Derecho. Estaban comprometidos con su vocación y pusieron muy en alto el nombre de la abogacía al convertirse en la voz de los que no tenían voz, al elevar su clamor frente al momento tan terrible que estaban viviendo, al dar testimonio de las tremendas exigencias éticas de la profesión, muchas veces tan poco comprendidas y valoradas”.

El otro texto fue escrito por Sergio, el hijo de Gastón Courtade, que vive en Noruega. Él dijo de su padre, y creemos que puede hacerse extensivo a los ochos abogados…

“Mi padre dedicó su vida a la búsqueda de la justicia y a la creación de un mundo mejor; aceptó los retos y los riesgos porque el mundo que esperaban luego de la victoria lo valía; continuemos construyendo, todos los días ese mundo soñado por nuestros desaparecidos”.