martes, 1 de marzo de 2011

Presentación del "Proyecto Aparecidos"


El 10 de noviembre de 2010, el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora organizó la Jornada por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Allí, se les entregó a los familiares de Antonio Sosa, Luis Elezvaig, Gastón Courtade, Oscar Oshiro, Baldomero Juan Valera, Pablo Surraco Britos, Domingo Angelucci y José Alfredo Zelaya Mass una medalla en reconocimiento al trabajo y lucha de los ocho abogados.

Además, se realizó la presentación del Proyecto Aparecidos. Este trabajo es llevado adelante por el Grupo de Investigación Tríptico y consiste en dar cuenta de quiénes eran los ocho abogados desaparecidos. Cómo ejercían la profesión, cuál era su militancia, sus ideas, cómo eran como amigos, padres, hijos. Es decir, devolverles de alguna manera la identidad que les fue quitada por el Terrorismo de Estado. Toda la información recopilada, sobre todo a través de entrevistas a personas que los conocieron, será plasmada en un mural y en una publicación.

A modo de adelanto de este trabajo, se presentó ese mismo día una exposición con fotos, imágenes y distintos materiales gráficos relacionados a los abogados. Esta exhibición será itinerante.

Grupo Tríptico
Discurso de presentación del trabajo de investigación a cargo de su coordinadora, Martina Laborde.





Cecilia Litvin, Celeste Pesoa y Martina Laborde, integrantes del Grupo Tríptico


Buenas tardes a todos, en primer lugar queríamos agradecer a la Secretaría de Derechos Humanos del Colegio, por habernos dado la posibilidad de realizar este trabajo.
En segundo lugar queríamos contarles cómo surgió este proyecto.
Hace ya casi dos años, me llegó un mail a través de mi madre, donde el Colegio solicitaba algún interesado en hacer un mural que recuerde a los ocho abogados desaparecidos del departamento judicial de Lomas de Zamora…

Me interesó la idea de hacer un mural, pero no me terminaba de convencer el típico mural con los nombres y las fechas de desaparición. Además siempre me pareció que las listas los asociaba a un número, uno más de tantas muertes, quitándoles así la identidad.

Mi idea de mural pasaba por recuperar la identidad de los ocho abogados robada por el terrorismo de estado. Saber quiénes eran, cómo pensaban, qué música escuchaban, qué leían, dónde militaban, cómo ejercían la profesión, cómo era su familia, cómo fue su infancia. Y así entender el por qué de su desaparición.

Viene a la primera entrevista con Claudio Pandolfi (a quien no conocía) convencida que me iba a decir que no había tiempo, que quería el mural para el 24 de marzo, y que mi proyecto era muy ambicioso. Bueno, no fue así, le encantó el proyecto y me dio vía libre para realizarlo.

En ese momento me di cuenta que no iba a poder llevar adelante este trabajo sola. Así fue como convoqué primero a Celeste Pesoa, diseñadora gráfica, para trabajar juntas en la realización del mural. Y luego a Cecilia Litvin, para que como periodista nos ayudara en la investigación.


A medida que comenzamos a recorrer este camino, conocí a dos personas maravillosas, Celeste se puso el proyecto al hombro desde el primer momento para llevarlo adelante con paciencia y optimismo. Y Cecilia, sin quien esto no hubiese sido posible, comenzó hacer un trabajo de hormiguita, rastreando contactos, llamando, insistiendo, investigando. En las reuniones de trabajo siempre traía novedades. “Che hay un Courtade actor que se llama Gastón, mucha coincidencia, tiene que ser familiar, lo voy a contactar” y lo contactaba. Y sino Celes entraba al facebook y empezaba a buscar familiares por Facebook, sin saber si tenían alguna relación con los abogados, y los encontraba. Y de a poco fuimos encontrando conocidos, personas que habían estudiado con ellos, o que habían militado juntos. Y fuimos armando sus historias.

Y fuimos pensando y repensando juntas que muchas veces la única referencia en imágenes que queda del desaparecido es la foto del documento, en blanco y negro, anacrónica, sin expresión. Creo, creemos, que es a través de los recuerdos, de los momentos compartidos que las personas perduran en la memoria.

De hecho así lo dice un fragmento de una canción de Rubén Blades, que utilizamos de referencia: “¿Y cuándo vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento”. De aquí surgió también la idea de que nuestro proyecto se llame, justamente, Proyecto Aparecidos.

Pasó ya un año y medio desde que empezamos este camino, de un paciente trabajo, que aún no termina… y a lo largo de estos meses fue creciendo, hoy sumamos más de treinta entrevistas realizadas, y varias pendientes. Armamos un blog, donde iremos dando cuenta de los avances de nuestro trabajo; desde el Colegio surgió esta propuesta de realizar la entrega de medallas y llevar adelante esta exposición, que será itinerante.

Pero también fuimos resignificando el objetivo del trabajo. En un principio pensamos el proyecto sólo para los abogados como destinatarios. Jóvenes que pasarían por los pasillos de este Colegio o de los tribunales y verían este mural y se preguntarían quiénes eran estas personas, para descubrir la pasión con que ejercieron su profesión en esos años. Para descubrir que ejercían la abogacía justamente de una forma militante con la defensa de presos políticos, de trabajadores, de postergados.

Ahora, además, nos damos cuenta de la importancia que puede tener este trabajo para algunos de las familiares que descubrirán facetas desconocidas de sus desaparecidos, y que el dolor y la impunidad de tantos años les impidió develar.

Quizás en esta exposición vean imágenes de Antonio, José, Oscar, Gastón, Luis, Domingo, Pablo y Baldomero que nunca habían visto antes. Se enterarán de cosas que no sabían, características de su personalidad que no pudieron llegar a conocer.

De alguna manera, sentimos que el trabajo que estamos realizando es como un rompecabezas, que nos permite ir recuperando la identidad de estos ocho compañeros, ya que algunos entrevistados nos hablaron de ellos como abogados, otros desde el punto de vista de la militancia, otros nos contaron cómo eran como amigos, papás, hermanos, primos, o nos relataron recuerdos familiares…

También en este camino descubrimos, en la mayoría de los entrevistados una enorme necesidad de poner en palabras sus recuerdos. Casi siempre, los primeros minutos de las entrevistas fueron difíciles, las conversaciones comenzaban con respuestas cortas, frases como “no sé de qué les va a servir lo que les cuente” o “no sé qué más decir”, pero todas terminaban en largas charlas, varios encuentros, y la aparición de frases como “hace mucho que no hablaba de esos años” o “esto no se lo había contado a nadie por fuera de mi familia”.

Nos quedó en claro la necesidad de hablar, de recordar, de difundir lo que sucedió en esos años, y sus consecuencias que perduran en el presente; como así también qué pocos espacios, o al menos no los suficientes, parecen existir para hablar de estos temas, aún hoy con todo lo que se ha avanzado.

Durante las charlas, tanto nosotras como los entrevistados pasamos de las lágrimas a las risas, recordando situaciones tristes pero también anécdotas imperdibles de los abogados. Descubrimos sus otras facetas, más allá de la abogacía, relacionadas en muchos casos con la escritura, la pintura, la apicultura… Nos sorprendimos con la cantidad de características en común que existían, existen, entre los abogados, más allá del hecho que entre ellos, algunos, se conocían…

Por ejemplo, Surraco y Zelaya eran amigos al igual que Sosa y Courtade. Courtade y Oshiro compartían el estudio jurídico, de donde fueron secuestrados. Muchos de ellos tenían además inclinaciones artísticas. Y por supuesto todos tenían un fuerte compromiso político y social. Y muchos de ellos tenían una activa militancia partidaria.

Lo que llevó a que estuvieran detenidos en más de una oportunidad o que fueran amenazados, algunos sabían que eran perseguidos, como lo demuestra una carta manuscrita que Elenzvaig envió a este Colegio de Abogados. A algunos se les recomendó abandonar el país, pero ellos no quisieron, no lo aceptaron. Consideraban que debían continuar su lucha aquí.

Nosotras aprendimos a respetar los tiempos de cada uno de los entrevistados, las ausencias, las negativas, hasta los enojos. Y agradecemos enormemente las palabras, las ayudas, los acompañamientos, las recomendaciones y el compromiso de todos los que hemos contactado. Les agradecemos por habernos confiado sus recuerdos, sus historias de vida, por relatarnos sus momentos más dolorosos, por brindarnos tanto material gráfico, fotos, dibujos, documentos.

A través de los relatos, tomamos conciencia de lo valiosa que fue esa generación de hombres y mujeres comprometidos, militantes que creían posible un mundo más justo.

Y este trabajo también fue importante para nosotras porque indica una gran toma de conciencia sobre los terribles acontecimientos sucedidos no hace mucho tiempo, y las hermosas vidas que esa época negra se llevó. Nosotras crecimos en tiempos en los que todo se olvidó, se indultó y se cubrió con una gruesa capa de maquillaje.

Lo que hoy exponemos es tan solo una muestra, una parte del material que hemos recopilado a lo largo de estos meses de investigación, y un adelanto de cómo será el mural que inauguraremos el año que viene. Sabemos que aún nos faltan datos. De hecho, ya tenemos nueva información que no está en la muestra.

Aprovechamos también para invitar a quienes están aquí presentes, y conocieron a los abogados, a que nos contacten, nos acerquen imágenes, recuerdos, que nos corrijan si algún dato no es correcto… porque esta reconstrucción continúa y continuará más allá del final del mural, y de la publicación prevista para el año que viene.

Y nos parece necesario insistir en la importancia de realizar este tipo de trabajos, que experiencias similares se reproduzcan en otras áreas, zonas, instituciones.

Y nos gustaría cerrar con dos textos. Uno de Alberto Zelaya, primo de José Alfredo Zelaya Mass, que enterado de este acto, envió este texto desde Colombia donde vive.

De esta manera, los recordamos a la vez como hombres de carne y hueso para recuperar lo que fueron en vida: hijos, hermanos, familiares, amigos, colegas dilectos; pero también como profesionales del Derecho. Estaban comprometidos con su vocación y pusieron muy en alto el nombre de la abogacía al convertirse en la voz de los que no tenían voz, al elevar su clamor frente al momento tan terrible que estaban viviendo, al dar testimonio de las tremendas exigencias éticas de la profesión, muchas veces tan poco comprendidas y valoradas”.

El otro texto fue escrito por Sergio, el hijo de Gastón Courtade, que vive en Noruega. Él dijo de su padre, y creemos que puede hacerse extensivo a los ochos abogados…

“Mi padre dedicó su vida a la búsqueda de la justicia y a la creación de un mundo mejor; aceptó los retos y los riesgos porque el mundo que esperaban luego de la victoria lo valía; continuemos construyendo, todos los días ese mundo soñado por nuestros desaparecidos”.



Dr. Diego Alejandro Molea

Palabras del presidente del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora, en el marco de la Jornada por la Memoria, la Verdad y la Justicia.


Dr. Diego A. Molea y Martina Laborde

Buenas tardes, qué difícil es hablar luego de estos testimonios, luego de escuchar tantos recuerdos, de escuchar tantas enseñanzas, escuchar ejemplos de militantes de la vida. Pero a veces hacemos cosas donde uno siente que no tiene entidad como para cerrar un evento con tanta importancia y tanto valor, pero son circunstancias de la vida donde lo ponen a cada uno en un lugar y aquí estamos. Y estamos reconocimiento a ocho compañeros, y lo estamos haciendo en un momento donde hay un renacer, un momento donde hay una reivindicación histórica, momento en donde vuelve a haber una luz de esperanza.

Cuando asumimos hace dos años la gestión en este Colegio, nos encontramos con que nos tocaba entregarles una merecida medalla a todos los colegas que cumplían treinta años en el ejercicio profesional. Pero nos dimos cuenta en ese instante que había ocho compañeros que no la iban a recibir. Es por eso que hoy, de manera simbólica, hacemos esta reivindicación.

Hoy pedimos disculpas en nombre de este colegio y nuestra porque ellos ya tendrían que tener esta medalla hace años. Pero aquí estamos, no como reparadores de nada, sino como militantes de la vida que los reconocemos y reivindicamos esos abogados luchadores y a todos los que militaban y compartieron esos años de lucha.

A nosotros no nos tocó estar en esa época, pero sí hemos tenido la sed de valentía como para reconocer, y recién escuchaba al compañero que hablaba del intendente (Jorge) Ferraresi, y justamente hace muy pocos meses me asombró un dato que compartimos cuando el intendente firmaba un convenio con nosotros para poder desarrollar algún tipo de asesoramiento jurídico para los sectores más humildes, hablaba de que este país hubiera sido otro país con estos 30 mil luchando y conduciéndolo. Ese reconocimiento me asombró y quizás en época militante lo escuchamos de algún dirigente o algún familiar, pero escucharlo de un intendente te motiva porque te encontrás, como nos encontramos muchos que pensamos de esta manera.

Cuando con Claudio, que más allá de la Secretaría de Derechos Humanos que ejerce es uno de los pilares más importantes de la comisión de este Colegio, planteamos qué modelo de Colegio queríamos, lo cierto es que nosotros sentimos que no vinimos aquí para tener nuestra foto colgada en una pared, para que queden nuestros nombres colgados en el recuerdo. Nosotros sentimos que tenemos una obligación y la responsabilidad de estar aquí para poder transformar desde nuestro lugar las cosas que podamos transformar, y para poder hacer memoria, para poder hacer justicia, para poder recomponer un vacío que existe en nuestra sociedad y que existe en cada uno de los ciudadanos y que tenemos que volver a remarcar, tenemos que volver a decir las cosas por su nombre.

Y cuando surgió este proyecto, y realmente la labor que han hecho Martina, Celeste y Cecilia fue fantástica y también por una cuestión de pasiones, y de apasionados que somos todos, cuando veíamos su trabajo, un gran trabajo de investigación, su forma de hacer propia estas historias, las enseñanzas que nos han dejado, cuando vimos las imágenes queríamos opinar como ignorantes que somos y quiero pedir perdón, porque era una cuestión de pasiones, de querer reflejar cosas y a veces hay que entender que el artista hace su trabajo e investigación y nosotros apasionados queremos que haya más y más, pero han hecho un gran trabajo, nos han enseñado. Han entendido que no era más que un choque de pasiones y que aquí lo que queríamos todos era ver reflejado más que esos ocho compañeros, queríamos ver reflejada una conducta que tiene este Colegio de Abogados, queríamos ver reflejada una historia de país, queríamos ver reflejadas tantas cosas, y este era su trabajo que es nuestro trabajo porque es un trabajo de este Colegio de Abogados.

Así que, chicas, las felicito por esta labor que han hecho, que es una gran labor que nos llena de orgullo, que este Colegio de Abogados pueda estar inaugurando esta muestra sabiendo que de aquí en más continuaremos con esta muestra itinerante, con el mural y con la manera que encontremos para que a través de la memoria y del ejemplo sigamos teniendo presentes a estos compañeros en cada uno de los actos que llevemos adelante como Colegio y que cada uno de nosotros lleve adelante en su vida.

Recién escuchaba a un hijo que nos hacía un planteo que nos enseñaba sobre nuestras obligaciones como abogados. Creo que cada uno lo tendrá que recoger, nosotros como Colegio también, porque es cierto que a veces uno tiene ganas y nos encontramos con ideas, planteos de esta naturaleza, la verdad que los tomamos y nos comprometemos a poder seguir aportando no solo desde lo simbólico sino en cuestiones concretas porque lo sentimos, sentimos que es nuestra obligación como gestión.
Entendemos que un colegio de abogados tiene un gran compromiso y una gran obligación para con su sociedad, porque es el proyecto de hacerlo y porque todos los que de alguna u otra manera elegimos ser abogados lo hacemos porque en nuestra esencia, en nuestro ADN hay algo que nos hermana que es esta búsqueda de igualdad, estas ganas de participar, de hacer propia y sufrir cada una de las injusticias que suceden, entonces como así lo sentimos así entendemos que un Colegio de Abogados tiene que trabajar, participar, comprometerse más con su sociedad, con el sistema judicial y decir las cosas que tiene que decir, con los funcionarios judiciales también.

Hace poco escuchaba a los que dicen que hay que dar vuelta la página, que hay que comenzar otra etapa, y me queda un pensamiento de Estela de Carlotto, cuando en un acto que hicimos en la Universidad, nos decía cómo vamos a dar vuelta la página sino está escrita, cómo vamos a poder continuar si todavía no han pagado su culpa con la sociedad, las familias y la nación, los responsables del genocidio. Entonces no va a poder venir nadie a plantearnos que hay que dar vuelta la página, porque aquí vamos a estar nosotros como militantes para enfrentarlos y demostrar que aquí hay 30 mil compañeros que podrían haber construido un país distinto y que ahora no están. Y por esa memoria, y en respeto a ese país que no fue, es que seremos todo nuestro tiempo, toda nuestra vida militantes de esta causa.

Así como las Madres que hoy nos acompañan, nos contaban algunas anécdotas, y lo hacen con alegría, con una alegría que ellas mismas nos demuestran y cuentan que es la única forma que han encontrado para sobrevivir, y realmente así lo sentimos y sentimos la obligación de continuar con esta búsqueda. Lo haremos con alegría y lo haremos con firmeza, pero sepan que desde este colegio y desde cada lugar que nos encuentre seguimos trabajando en la búsqueda de memoria, en la búsqueda de justicia y en la búsqueda de la verdad.

Quería por último decir que a veces nos encontramos con discursos y personas que desde el esfuerzo plantean que hay que construir una sociedad más justa, nosotros queremos construir una sociedad justa. Y también quiero reconocer públicamente que entiendo que en los últimos años se ha mejorado mucho y aquí con las Madres hemos recordado la derogación del punto final y la obediencia debida, la creación del banco de datos genéticos, las leyes que permiten a los organismos de derechos humanos presentarse como parte querellante, la conformación de una Corte Suprema distinta, de la que podemos ver que pueda defender un país justo.

Encontramos muchísimos gestos que nos demuestran que hay un camino, nos encontramos con una juventud que quiere volver a militar, a mi me pasaba que éramos pocos los que militábamos en la década del ´90, éramos muy pocos pero con pasión, con ganas de transformar un país. Hoy vemos que somos muchos más, lo vemos en la plaza, vemos discutir política, querer hablar y decir las cosas por su nombre. También el reconocimiento a este país que está empezando a dar signos de que no olvida y que no perdona, y que nos sentimos con la obligación de invitarlos a participar, invitarlos a militar, invitarlos a juntarnos para transformar este país y convertirlo en un país justo.

Leonardo Surraco

Uno de los hijos de Pablo Surraco Britos agradeció el homenaje, y pidió un mayor compromiso de los abogados para ampliar el alcance de las leyes reparatorias para hijos de desaparecidos.




En principio quiero agradecer a Cecilia, Martina y a Celeste por el laburo que hicieron tanto a nivel gráfico como a nivel de investigación. Sé de cerca todo lo que laburaron. Agradecerle también al Colegio de Abogados, a Claudio. Principalmente porque estos actos tienen que ver con restituir en cierta parte, la identidad de nuestros viejos. No solo en lo que fue su acción militante, sino con su acción de vida, que obviamente son inseparables.

Cuando me hicieron la entrevista, cuando empecé a hablar con las chicas, se abrió todo un universo de mi viejo en tanto padre, amigo, también se abrió el universo militante. Y ese universo se abre 30 años después. Muchos de los familiares, muchos de los hijos, éramos muy pequeños cuando secuestraron a nuestros viejos, no llegamos a compartir, a tener recuerdos de compartir con nuestros padres.

Ayer era el cumpleaños de mi hermana, y pensaba que cuando secuestraron a mi viejo, mi hermana tenía meses, no llegaba a cumplir un año. Entonces no solo nos quitaron militantes que soñaban con un proyecto liberador, sino que también nos quitaron padres, rompieron familias, nos quitaron la posibilidad de tener un cumpleaños.

Y en ese sentido, cuando las chicas me dijeron si quería hablar en nombre de los hijos, pensé que sí, que iba a hablar y más allá de los hijos que hoy estamos acá, o de los hijos que eran hijos de abogados, sino que me voy a tomar la licencia de hablar en nombre de todos los hijos, porque conozco muchas situaciones, llamémosla de vulnerabilidad, de hijos de desaparecidos, de asesinados, de presos políticos, de exiliados, pero principalmente de los desaparecidos y asesinados que no tuvieron la posibilidad de criarse en una familia, de tener un padre, una madre que les banque los estudios, que los acompañe en sus decisiones en tanto hombre, en tanto mujer, que los ayude a desarrollarse, de plantarse en la vida.

Yo pensaba lo que muchos de acá piensan, sostienen y a la vista de los hechos y de los juicios, lo vemos y vivimos todos los días, acá hubo genocidio, y el genocidio lo que principalmente rompió son las redes sociales, rompió la solidaridad, rompió la militancia, pero eso para verlo desde el plano de la esfera política, la esfera pública, pero el genocidio también se metió en la esfera privada y rompió familias, dejó a miles de niños sin sus padres, no solo los que fueron apropiados, que les robaron la identidad o que nacieron en centros clandestinos de detención, sino aquellos niños de aquel entonces, hoy somos adultos, que quedamos a la buena de Dios, o al cuidado del padre o madre que quedaba, o con nuestros abuelos, o con un tío, o incluso el caso, muchos casos, de hijos de desaparecidos o asesinatos que fueron dejados en orfanatos o con otras familias sin que sea una cuestión de robo.

Hijos que quedaron en la calle. Y hoy en día, hay muchos hijos de desaparecidos que pasaron por situaciones psiquiátricas, que estuvieron internados, compañeros que no llegaron a terminar la secundaria, que no tienen trabajo. Compañeros que sin llegar a esos extremos los hemos bancado y bancamos todo tipo de asistencia psicológica e incluso legal.

Saben que hay un montón de juicios penales, que se abrieron en esta etapa del país, y en las que faltan abogados, y a la vez, y eso es de lo que específicamente quería hablar, hay una batería de leyes reparatorias, hay una mal llamada Ley de Hijos, tiene un número que es la 25914, la llaman Ley de Hijos pero no contempla, aprovecho que estoy en un colegio de abogados, en realidad derechos sobre la identidad, sobre la libertad.

Este es un ejemplo, pero hay una batería de leyes principalmente en la provincia de Buenos Aires, y cuando nosotros vamos a trabajar esas leyes, nos dicen que hace faltan abogados. Entonces, les tiro este panorama para que vean que si bien hoy estoy yo hablando acá y tuve la posibilidad de terminar los estudios, de desarrollarme, hay muchos compañeros que no y que incluso tienen que terminar pagando abogados, ni hablar de lo que fue lo de la 24411, la ley por la que muchos hijos fueron estafados, hoy día siguen siendo estafados por muchos estudios de abogados que se aprovechan del desconocimiento que tienen esos compañeros respecto de las leyes reparatorias.

Principalmente yo les quería hacer un llamado y una invitación a que en tanto abogados se metan a leer lo que es esto de las leyes reparatorias, traten de indagar, de buscar, de ver de qué manera pueden ayudar a todos los hijos de desaparecidos que no tienen la posibilidad de tener un trabajo, de haber terminado sus estudios, y que no entran en las leyes.

El otro día estaba siguiendo uno de los juicios, el del circuito Atlético – Banco – Olimpo, que tampoco sé cuántos abogados habrá que van y presencian esos juicios, van y se ofrecen como querellantes o para brindar asistencia a los familiares que necesitan de esos abogados; pero, bueno, ahí estaba escuchando un caso de una familia que cae el grupo de tareas a la casa, había tres o cuatro hermanos, secuestran a los padres, y los hermanos se quedaron como pudieron, el mayor tuvo que salir a trabajar con 15, 16 años, el menor también iba y venía. La verdad que una historia increíble, de cómo esos hermanos pudieron sostenerse sin sus padres, con una abuela muy vieja que poco los podía ayudar, pero lo que quería destacar era que de estos hermanos, en el momento del secuestro uno había ido a comprar, entonces hoy en día los tres hermanos que sí estaban presenciando el momento del secuestro de sus padres se presentan a la ley 25914, que como contempla la violación de estos dos derechos que son el de la libertad o el de identidad entraron. Pero el otro hermano, al no estar presente en el momento del secuestro no entró.

Entonces, ahí no solo yo sino otros compañeros nos preguntamos ¿no pasó lo mismo, no tuvo que afrontar la vida sin sus padres, con las mismas dificultades que sus otros hermanos? Una ley que contemple a los hijos de desaparecidos como una de las últimas generaciones, no sé si la última, que sufrió directamente el terrorismo de Estado, que sufrió directamente el genocidio, no existe.

Por eso, yo los quiero invitar a que traten de pensar estas cuestiones de las leyes reparatorias, y qué pasa con ese universo de hijos que hoy ni siquiera desde el Estado se piensan políticas destinadas a ellos. Hoy en día muchos hijos de desaparecidos, es mi caso, que trabajamos en algún sector del Estado, de la Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Nación, pero porque nos vieron o nos conocen entramos a trabajar en el Estado por un contacto, bueno, nosotros necesitamos que se haga una ley.

Hay experiencias en la Provincia de Buenos Aires de leyes que tratan de incluir a los hijos de desaparecidos, hay unos proyectos de (Jorge) Ferraresi, (intendente) de Avellaneda, que también va a legislar en ese sentido e incluir a los hijos de desaparecidos de Avellaneda en el Estado como planta permanente.
Pensemos. Disculpen que lo diga acá, pero es algo que me inquieta bastante, al igual que a otros compañeros que no tienen este tipo de acceso. Y si pensamos a nivel general, la población afectada directamente, lo que son los ex detenidos e incluso los desaparecidos mismos, familiares como los padres o las madres de los desaparecidos, los exiliados, todos están contemplados en algún tipo de ley, pero los hijos de los desaparecidos no.

Así que vuelvo a insistir en el agradecimiento al Colegio y también invitarlos a que se pongan a pensar en este tipo de políticas reparatorias que son más desde la responsabilidad del Estado, porque nosotros a nivel organización fuera del Estado, como el Colegio, u organizaciones de derechos humanos hacemos más que lo imposible por el tema de políticas reparatorias o actos reparatorios que tienen que ver con la identidad, con lo simbólico, pero hay algo material también y es responsabilidad del Estado, y ojalá que alguno de ustedes después de estas palabras se metan en la legislación o surjan proyectos o ganas de trabajar en conjunto en pos de una ley integral, que se aboque justamente a esta última generación tocada directamente.

Leonardo Surraco junto al material recopilado sobre su padre

Dr. Pedro Kesselman

El abogado, co-fundador del CALZ, recordó emotivamente a sus compañeros, y reivindicó el profundo compromiso social de sus colegas desaparecidos.


Este reencuentro con los colegas es altamente emocionante. Para muchos de ustedes esto es encontrarse con los colegas, para muchos de nosotros que veo aquí es el reencuentro.

Uso la palabra colega porque la definición de colega es compañero de profesión, y estos queridos compañeros de profesión mostraron hasta el final su coherencia, la coherencia de sus convicciones. Estos compañeros, estos colegas, lucharon siempre con los pobres, los perseguidos, con los despojados de derechos. Todos y cada uno de ellos fueron militantes y militantes de la vida, más allá de su pertenencia a determinados espacios, la coherencia de sus convicciones es lo que debemos resaltar y nosotros apelamos entonces a la memoria, no solamente a los recuerdos.

Me vienen justamente tantas cosas con respecto a muchos de los abogados. Me acuerdo de Chiche Valera, me acuerdo de aquel día que llegamos juntos a su casa, que estaba abierta y abandonada por la irrupción de los llamados grupos de tarea, y su preocupación sobre todo para proteger esa casa porque era el producto de sus afectos, de su mujer, de sus hijos, de todo lo que implicaba su vida.

Lo recuerdo a Luisito Elenzvaig, con que militamos juntos en la Fede, en la Facultad de Derecho hace muchos años, y nos reencontramos luego en Avellaneda. Recuerdo el día que llegó al Centro de Abogados de Avellaneda a pedir si podíamos hacer algo por él, en el momento más duro del terrorismo de Estado.

Recuerdo a Gastón, Gastón Courtade, vital, luchador, siempre hasta su pose física, pecho salido, dispuesto a la lucha siempre por causas justas, por causas nobles. Oshiro que lo acompañaba no solamente en su estudio, sino que lo acompañó también en ese destino que les aplicaron justamente por ser ambos, lo que decíamos antes, coherentes con sus convicciones, y firmes en la defensa de aquellos que eran perseguidos y víctimas de todo tipo de injusticias.

Doy estos nombres como ejemplos, pero cuando digo lo de la militancia con la vida, ustedes habrán visto que casi todos ellos, todo ellos, salieron del ejercicio profesional de una decorosa comercialidad de la profesión para hacer además de una militancia, además de su participación en las luchas populares, además ellos volcaron sus inquietudes, volcaron su vuelo en la poesía; Chiche Valera con los cuentos del Tío Aurelio, la pintura.

El Negro Sosa, lo recuerdo al Negro Sosa que venía de un origen humilde y se superó, luchó, fue cada vez más importante en su crecimiento vital. El Negro con esa sonrisa socarrona, los ojitos chiquitos. Sus asesinos no le mataron sus ideales, eran unas bestias frente a quienes eran creadores, creadores de vida, creadores y fundadores de principios éticos, que nosotros hoy venimos acá a rescatar y a revalorar. Y no podrán sacarnos jamás esta presencia que llevamos adentro y que nos compromete a seguir con ellos en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestro accionar.

Ningún político caudillesco devaluado, ni ningún escriba lenguaraz de andar zigzagueante podrá decir que esto hay que terminar, que hay que mirar para adelante, no, los que van a terminar son ellos, los compañeros que hoy aquí valoramos, rescatamos, reencontramos, están vivos en nosotros, están vivos en sus hijos, en sus familias, y en todos aquellos colegas y compañeros, no solamente de su generación, sino de las nuevas generaciones.

Yo soy miembro de este colegio, que muchos de ellos ayudaron a fundar en la década del ´70, a partir del Movimiento Social de Abogados, que creamos en el estudio de Monti, ahí estaba Zelaya Mass con nosotros. Esa generación fue núcleo de las nuevas generaciones, los jóvenes abogados de hoy retoman esos principios, retoman esa memoria, la contemplan, retoman esas convicciones y la llevan adelante. Que el narcisismo de las pequeñas violencias no nos permita olvidar a los compañeros.

A ellos los unieron por sobre todas las cosas, la convicción, la coherencia y la defensa de ideales justos, de utopías que nosotros siempre creemos que van a ser realidad, más temprano que tarde, y queremos y creemos que las jóvenes generaciones de abogados seguirán esa tarea y con el nombre de estos compañeros habrán de bregar por una sociedad más justa que ellos soñaron y por la cual lucharon.

Dr. Claudio Pandolfi

Palabras del Secretario de Derechos Humanos del CALZ, y uno de los impulsores del "Proyecto Aparecidos".

Martina Laborde, Claudio Pandolfi, Celeste Pesoa y Cecilia Litvin
Buenas tardes a todos y todas, me toca hacer la presentación sobre qué es este proyecto. Y me parece que hay que explicar la idea de crear, hace dos años, la Secretaría de Derechos Humanos como parte integrante del Consejo Directivo del Colegio, con la intención de dejar claramente establecido que la política de derechos humanos pasaba a ser parte estructural del Colegio.

En ese marco, veíamos toda una serie de cuestiones en las que trabajar, y particularmente en la reconstrucción de la memoria, en la recuperación de la identidad de los ocho abogados desaparecidos de este departamento judicial, que son parte de los tantos abogados desaparecidos que forman parte de los 30 mil desaparecidos de la Argentina.

Tuvimos la intención de recuperar la memoria dando un salto. Veníamos recordando a los abogados desaparecidos, no solo en este colegio, también se había hecho antes, hay una placa en el edificio de Tribunales y una placa en la entrada de este edificio, pero sentíamos que en realidad la placa no terminaba de reconstruir, sino que dejaba en la memoria nombres que no tenían rostro, actividad, familia, que no tenían en definitiva identidad, sobre todo para las generaciones posteriores que no conocieron personalmente a los ocho colegas, como muchos de los que están presentes. En función de eso, pensamos en elaborar desde la Secretaría un proyecto que permitiera dejarles a los abogados y abogadas que vienen detrás nuestro algo más que ocho nombres.
En ese marco, establecimos contacto en principio con Martina Laborde para diseñar una pequeña idea que teníamos de investigación, que después se fue transformando junto a Cecilia y Celeste, las tres conforman el grupo Tríptico que es el que ha llevado adelante la investigación, en esto que hoy estamos presentando inicialmente, porque en realidad esto es solo una parte de todo el proyecto de reconstrucción de cada uno de los ocho abogados, digamos, de sus familias, de sus vidas, de su actuación profesional, actividades sociales, culturales, y la militancia política que cada uno había decidido tener, con el objetivo esencialmente de arrancar eso que tuvo como premisa el terrorismo de Estado que era hacer desaparecer, hacer perder la identidad.

Como base de lo que teníamos que destruir estaba el nefasto discurso de Videla en el que decía que los desaparecidos son algo que no están, no sabemos quiénes son, son algo que no existe. Nosotros decíamos, no, existen y tenemos que recuperar esa existencia, tenemos que darle visibilidad, tenemos que darle historia, familia, compañeros, ejercicio profesional, tenemos que darles en definitiva algo más que un nombre y apellido, sino una identidad.

Y me parece que viendo a muchos de los que hoy ingresaban a la muestra empezamos a lograrlo, porque empezamos a lograr que ese recuerdo empiece a tomar forma y se emocionen los que los conocieron, los familiares que están aquí presentes, y nosotros también.

Cuando tuvimos que pensar un nombre al inicio de este proyecto, que el año que viene va a seguir con esta muestra ampliada, itinerante en distintos espacios públicos, también con la creación de un mural que va a estar en el espacio del Colegio de Abogados en el edificio de Tribunales y con la publicación de un libro donde se va a registrar todo este material gráfico y la biografía de cada uno de los colegas, y llegó el desafío de poner un nombre al proyecto, ahí entendíamos que lo que más sintetizaba era el nombre que hoy tiene: “Aparecidos”. Porque nuestra intención era precisamente destruir esa idea del terrorismo de Estado de hacer desaparecer, que no estén y nadie los recuerde.

Por eso hoy estamos presentando el Proyecto Aparecidos, para hacer que vuelvan a aparecer nuestros compañeros, en este caso los ocho colegas, con identidad, con historia, con presencia, con el recuerdo de quienes lo conocieron, pero para que los podamos conocer todos aquellos que no los conocimos, por eso los banners tienen en principio un diseño gráfico pero a la vez un breve resumen de su biografía, que va a estar ampliada en el libro que el Colegio va a editar el año que viene y que va a ser de distribución institucional.

Esencialmente esta es la idea, y por la que queremos agradecer a todos los que de alguna forma han colaborado con el desafío de potenciar el trabajo y también a todos los que aún les falta aportar un granito de arena. Este es esencialmente el proyecto y me parece que la que mejor va a poder contar cómo se fue desarrollando este trabajo es Martina Laborde, que ha coordinado la investigación, que lleva ya dos años.