¿Por qué Aparecidos?

Por Claudio Pandolfi (Sec. de DDHH del CALZ) - Mientras crecíamos juntos nos fuimos viendo en la necesidad de pensar un nombre para el proyecto, un nombre que nos represente, que represente nuestra idea y también a los desaparecidos, un nombre que lo diga todo o al menos pretenda decirlo en pocas palabras, pero contundentes.
Lo que queremos hacer es romper la desaparición sabiendo “…qué significado tiene para la víctima, para los familiares, para la sociedad y para el poder el término desaparecido o, en su caso, el status de desaparecido, habida cuenta que esto es lo que permite ver que no hay en la desaparición una acción aislada y/o casual de sus autores sino un plan mucho más elaborado, incluso con antecedentes y maestros internacionales de aquellos países que como Francia y/o EEUU aún hoy continúan pretendiendo dar clases de DDHH…” Afirman Fabiana Rousseaux y Lía Santa Cruz [1]:
…”Durante la última dictadura militar se implementó la desaparición de personas como metodología impuesta por el terrorismo de Estado para intentar asegurarse impunidad por los delitos cometidos. Y con el significante desaparecidos se nombró a quienes eran secuestrados, torturados y asesinados, con ocultamiento de los cuerpos de las víctimas y sustracción de pruebas y rastros de lo sucedido que agregan un plus al valor siniestro del genocidio: la metodología de la desaparición abolió también el derecho al duelo, y el significante desaparecidos deja el duelo en suspenso, perpetuando así efectos no visibles de la represión…. Los desaparecidos son eso, desaparecidos; no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos, advirtió en su momento Jorge Rafael Videla frente al interrogatorio periodístico; y esas mismas palabras reproducían con insistencia los torturadores en los campos clandestinos de concentración: Vos aquí no sos nadie, no tenés nombre, no estás ni vivo ni Muerto, no existís. Las víctimas de la represión ilegal quedaban ubicadas, así, en un escenario impreciso. Podría, entonces, preguntarse por qué no terminar con la inexistencia en tanto desaparecidos y declararlos muertos aunque nunca se hallase el cuerpo, tal como prevé el propio Código Civil y la legislación actual.”
Las autoras, en el artículo señalado, argumentan en contra de tal solución afirmando que: “…esto resulta inadmisible para los familiares de las víctimas, que consideran que no se puede dictaminar la muerte de los desaparecidos sin establecer de qué manera murieron y quiénes son los responsables. En efecto, el significante muerto es equívoco, pues también encubre la condición de víctimas del terrorismo de Estado y, además, clausura toda posibilidad de búsqueda de la verdad… Sin dudas la solución no es sencilla, pero no por eso debemos esquivarla. Quizás un comienzo estaría dado por la necesidad irrenunciable de descubrir la verdad de lo ocurrido con la consiguiente imputación de responsabilidad a cada uno de los autores de la desaparición, incluido el propio Estado, y todos y cada uno de sus organismos como sujetos sociales que actuaron activamente en la implementación de las desapariciones, paradójicamente, ese mismo Estado que debe garantizar el derecho a la verdad que la sociedad exige. En ese marco se inscribe la segunda desaparición de LÓPEZ; es claro el mensaje siniestro del que no está muerto ni vivo, sino desaparecido. Mensaje siniestro que a pesar del discurso democrático instaurado desde 1983 a la fecha, se ha implementado en reiteradas oportunidades en casos que nuestra memoria, sin dudas ayudada por el accionar de ese Estado co-responsable, los gobernantes y los medios, tiende a olvidar, haciendo que trágicamente vuelva a desaparecer socialmente aquel que ya ha desaparecido físicamente. De allí esta investigación para recomponer, aunque sea, parcialmente nuestra memoria de forma tal que el desaparecido no desaparezca de la memoria y la conciencia social sino que por el contrario: aparezca.”
Y como la idea es que el desaparecido “aparezca” en toda su dimensión humana rompiendo la intención perversa del terrorismo de estado, debíamos dar un nombre al proyecto que contenga esa idea y la exprese en pocas palabras.
Y como se pregunta y responde Rubén Blades: “…y cuando vuelve el desaparecido, cada vez que lo trae el pensamiento…” [2], nuestra intención es construir ese pensamiento, traer a nuestros compañeros y en ellos a todas y todas a nuestra conciencia y nuestra memoria.
Por eso entendemos que la palabra que resume la idea, rompe la trampa del terrorismo de estado y trae de vuelta nuestros compañeros, es la palabra que da nombre al proyecto, por eso nuestro proyecto solo puede llamarse como se llama: APARECIDOS.  



[1] Psicoanalistas. Miembros del Instituto de Investigación del Campo PsiJurídico

[2] Ruben Blades. Tema “Desapariciones” en el cd  “Buscando América”  1984. 

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