viernes, 22 de abril de 2011

Leonardo Surraco

El hijo de Pablo Basilio Surraco Britos habló sobre la experiencia propia, sobre la condición de ser hijos e hijas de desaparecidos y asesinados en el último genocidio. Se refirió a las responsabilidades del Estado e invitó a los presentes, en su mayoría estudiantes de abogacía, a reflexionar acerca de las formas en que el Derecho puede  elaborar respuestas, soluciones a las actuales y diversas consecuencias de la dictadura…

Primero quería agradecerles por estar acá, a las chicas del Grupo Tríptico por el laburo que están haciendo, al Colegio de Abogados, a Margarita. Soy Leonardo Surraco, hijo de Pablo Surraco, uno de los abogados de los cuales están reconstruyendo la historia a través del Grupo Tríptico y el Colegio de Abogados. Pertenezco a una organización, que se llama Colectivo de Hijos, que es bastante novedosa, que nuclea a hijos de desaparecidos y asesinados durante el último genocidio.

Ahora vengo de Santa Cruz, nos convocaron al Colectivo para dar charlas en algunos colegios, y la compañera con la que fui decía en relación a cómo explicarles a los chicos la cuestión de la condición de hijos; y haciendo referencia también a unas actividades que nosotros hacemos con el Colectivo, una parte artística que tenemos, que son unos collages; que armar la historia de sus padres era como armar un collage, como ir uniendo fragmentos. Ella sabe que su papa había estado detenido en La Cacha, pero de la madre todavía no sabe muy bien si estuvo en El Vesubio o en El Banco. Ella justo es de Santa Cruz, los padres eran de Buenos Aires pero se fueron a vivir a Río Gallegos, entonces me tocó visitar junto a ella a los que eran los compañeros de sus viejos. Vi en concreto esto que les decía a los chicos que venían a las charlas, de que iba armando realmente por fragmentos la historia. Uno le contaba que había estado en tal Unidad Básica, otro le contaba que había sido Secretario de Cultura, que la madre esto, lo otro, que en el ´60 y pico esto, que en el ´70 y pico lo otro, después las historias de los sobrevivientes que la vieron en centros clandestinos. Y de a poquito, por allá, por acá, fragmentos, armando una identidad.

Esa experiencia que es propia de la condición de los hijos de desaparecidos, que también se puede ver en otro tipo de condición, acá hay responsables de terrorismo de Estado, pero calculo que cualquiera que no tenga a su madre y/o a su padre irá armando de esa manera la historia. Pero esa experiencia propia de los hijos de desaparecido la pueden ver ustedes reflejadas en los banners de esta muestra. Es increíble porque realmente son fragmentos. Entonces yo veo el de mi viejo y de repente veo una máquina de escribir, una corbata, está Evita, Perón, la bandera de una organización, el ERP 22, está también su tarjeta de abogado. Entonces cómo esos fragmentos van conformando esa identidad. Y el trabajo que están haciendo ellas, que estamos haciendo todos de reconstruir esos fragmentos de identidad, si le damos una vuelta de rosca uno tendría que pensar y reclamar que en definitiva es el Estado el que tendría que estar encargándose de eso. El Estado es el que tiene que estar buscando dónde estuvo cada desaparecido, en qué centro clandestino estuvo, en encontrar ahora a los familiares, así como hacemos nosotros, como hacen ellas, para contarles la historia. Porque el Estado es el responsable de la desaparición y asesinato de tantas personas. En parte es una labor que es grandilocuente y la podemos ver repetida en muchas experiencias a lo largo y ancho del país.

Pero pensemos, y ya que estamos acá en la Facultad de Derecho. Que mi viejo no estudió en Lomas ni en la UBA, estudió en El Salvador, que en aquella época pertenecía a una diócesis de curas progres, cuasi tercermundistas. Pero yo voy a agarrar ese fragmento de identidad de mi viejo y voy a traer ese pedacito que es lo poco que sé de su profesión como abogado. Para pensarlo también desde el presente y por qué cada uno de ustedes se está dedicando al derecho. Yo me dediqué a la Sociología, a pesar de que mi abuela me insistía con que estudiara derecho, pero no le hice caso. Un poco las chicas contaron, una de las cosas que hacía mi viejo era tratar de rescatar presos políticos. Mis tíos estuvieron detenidos en Devoto en el ´73, mi viejo movió, trató de hacer lo imposible para que salieran, después vino Cámpora y los sacó a todos, pero mis tíos siguieron detenidos. Una de las cosas que planteaban los abogados eran los habeas corpus, los familiares no encontraban profesionales para hacer los habeas corpus, era muy difícil, y una de las cosas que hacía mi viejo como abogado era esa también, habeas corpus para los compañeros que siguen desaparecidos. Después viene toda la historia de los habeas corpus, porque primero era difícil conseguir un abogado que lo firme, después lo difícil era que te lo acepten, mi familia lo presentó tres veces, hasta que al final la justicia lo aceptó.

Trato de acotarme todo lo posible, y sigo dentro de la cuestión del genocidio, del terrorismo de Estado, y ahí va otra cuestión que tiene que ver con la figura de la desaparición forzada de personas. Hay un diccionario francés en el que uno busca la palabra “desaparecidos” y está en castellano, y obviamente hace referencia a todo lo que estamos hablando acá. Fíjense cómo el Estado democrático, después de que había pasado el terrorismo de Estado, el genocidio, trata de encontrar palabras, conceptos, nuevas formas de nombrar eso que parecía innombrable, en ese momento ni los propios militantes imaginaban que podía venir esta atrocidad, los centros clandestinos, la desaparición forzada de personas, la aniquilación, el robo de niños, toda una gama de terror que era inimaginable. Pero, sin embargo, ante ese hecho inédito, que es la desaparición forzada de personas, se encuentra un concepto, se encontró la figura, se instituyó, se legisló y hoy es parte dentro del ámbito jurídico.

Digo para no quedarnos en el terrorismo de Estado, en el genocidio en sí, cuántas consecuencias trajeron y que son hoy necesarias pensar. Estamos hablando de hechos inéditos, de una figura nueva que es la desaparición de personas. ¿Cuántas consecuencias trajo eso? ¿El derecho está pensando de esa manera, está tratando de encontrar nuevos conceptos? No sé si alguno de ustedes asistió a los juicios, son abiertos, pueden ir con el documento, van, se sientan, escuchan a los sobrevivientes, y uno lo ve y ve un poco la crítica que hace nuestra organización, parece, no sé, el marco que tiene, y ojo no estoy diciendo que están mal, pero justamente los invito a pensar estas cuestiones, estamos hablando de hechos inéditos y uno ve un tribunal y acusados y testigos que pasan y parece que es un delito común, después ves las calificaciones: privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados, con suerte se le puede endilgar a un responsable de un asesinato, un homicidio. Pero ninguna es por genocidio, pero aparte ninguna trata de dar cuenta de la dimensión. Y no veo, y por eso se los trasmito como inquietud, no veo espacios donde se estén pensando estas consecuencias inéditas, porque al final estamos juzgando a los milicos como si fueran ladrones de bicicletas o el pibe chorro de acá a la vuelta, y al final le suman y mató a no sé cuántos, secuestró no sé a cuántos, pero me parece que un desafío de este presente es pensar esas consecuencias que no entran en el derecho.

Nosotros, como colectivo de hijos, tenemos varios proyectos que justamente tienen que ver con esto que les estoy contando, con la cuestión de dar cuenta de la condición de hijos de desaparecidos, asesinados, buscando otras maneras. Hay una ley en la Ciudad de Buenos Aires que obliga a los organismos del Estado de la Ciudad a incluir en el casillero, ustedes lo habrán visto cuando se anotaron en la facultad: Padre, muerto o vivo. ¿Y al desaparecido dónde lo metemos? Y esto la Ciudad de Buenos Aires lo implementó hace años, no muchos organismos del Estado lo han incorporado. Pero esto va más allá del hijo o hija de desaparecido que no encuentra el lugarcito del detenido desaparecido en un formulario. En el registro civil también pasa, se van a casar, y les van a preguntar si el padre está vivo o muerto. Va más allá de la condición de hijo de desaparecido porque lamentablemente uno de los estados de las personas en la República Argentina es ser detenido desaparecido. Puede estar muerto, puede estar vivo, puede estar detenido desaparecido, y eso va más allá del problema que podamos tener nosotros los hijos cuando vamos a llenar un formulario. Es también una cuestión para pensarlo a largo plazo, que los que se vengan a anotar a la facultad dentro de 150 años, vean que uno de los estados de las personas es detenido desaparecido.

Les quiero dejar estas inquietudes que son parte del Colectivo porque calculo que les compete porque están estudiando derecho, y les agradezco haberme escuchado. 

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