viernes, 22 de abril de 2011

Testimonio de Margarita Cruz



A su turno, Margarita Cruz habló de la necesidad de construir y trabajar sobre la “memoria histórica”. Recordó que los primeros sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, las primeras personas que salían con vida de aquellos infiernos también recibieron el nombre de “aparecidos”, y destacó la importancia de sus relatos y testimonios para la lucha por la memoria, la verdad y la justicia…

Mi nombre es Margarita Cruz e integro la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos hace 26 años, de la cual fue fundadora la mamá de Martina, Adriana Calvo. Y como tal, como ex detenida desaparecida, me gustaría aclarar lo que sería la memoria histórica, porque yo soy sobreviviente del primer centro clandestino de detención que existió en la Argentina, y que no fue bajo un gobierno de dictadura militar, sino que fue en el año 1975, y fue la Escuelita de Famaillá en Tucumán. O sea, el diseño del plan de exterminio se realiza en el año 1975, y en Tucumán ya había en ese momento siete centros clandestinos de detención.

Se me puso un poco la piel de gallina cuando supo el nombre del proyecto, Proyecto Aparecidos, y de repente me acordé cuando se funda la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos en el año 1984, nosotros veníamos a dar cuenta de que éramos los primeros aparecidos, de los 500 centros clandestinos de detención, campos de exterminio que existieron en el país, y que veníamos a dar cuenta que los 30 mil compañeros de esa generación de la cual nosotros éramos parte, porque también fuimos compañeros y seguimos siendo militantes, habían quedado en esos 500 centros clandestinos. Ahora decimos 500 porque es lo que se sabe, pero en ese momento 350, estoy hablando de 26 años atrás. Entonces como Asociación nosotros nos proponemos contar lo que habíamos vivido en esos lugares de exterminio, porque contando dábamos cuenta que en esos lugares habían quedado los 30 mil compañeros.

Entonces qué éramos, qué resultábamos ser nosotros, nosotros resultábamos ser los aparecidos, los aparecidos que aparecimos. Yo en el ´75 fui la primera aparecida, donde realmente nadie creía lo que pasaba en esos lugares, que tampoco llamábamos centros clandestinos de detención, en ese momento en Tucumán se llamaban lugar de reclusión de detenidos. Entonces fuimos apareciendo, y en ese aparecer nos juntamos declarando por primera vez en la Conadep, donde ahí íbamos dando cuenta de qué compañeros habíamos visto en esos terribles lugares. Y lo que terminamos llamando testimonios, sin saber el valor histórico que fuera a tener en estos días, y que realmente… qué era testimoniar, era armar un conjunto de palabras con mucho dolor, articulando como podíamos, con muchos silencios, y esos silencios hablaban de esas ausencias de los 30 mil.

Y fuimos parte de esa construcción de lo que acá se dio en denominar, y que es realmente, la memoria histórica, pero nosotros partimos de la concepción de que memoria hay solamente cuando hay justicia, una verdadera memoria es cuando hay justicia y cuando hay verdad, y esa verdad la arrancábamos, es decir que los compañeros desaparecidos tenían una identidad política, es decir, no había sido esta generación llevada a esas mazmorras porque si, ellos realmente intentaron derrotar a un pueblo que pretendía hacer una revolución, o sea lo que estaba marcándose en ese momento por ese contexto latinoamericano y mundial, por qué no decirlo, era que había muchísimos pueblos que intentaban liberarse del yugo imperial, eso era lo que estaba pasando y no era solamente en la Argentina, era por supuesto Guatemala que tiene muchísimo desaparecidos, veníamos de lo que planteaba la Revolución cubana, veníamos del Vietnam, del Mayo Francés, era toda una continuidad histórica que marcaba un mapa histórico de contexto mundial. Y en ese punto estábamos nosotros, estos militantes que como bien recrearon las compañeras tenían una identidad, lo que muestran estos relatos es que ese era el país que teníamos en esos años, en los ´60, en los ´70.

Era un país que luchaba por lo pronto para que los chicos no se mueran de hambre, por libertades democráticas, porque había trabajo, porque había trabajadores en cantidades, y porque a esos trabajadores que tenían su lucha sindical de avanzada totalmente también había que defenderlos. Recordemos también que hubo otras tantas dictaduras, esta generación, la generación mía por ejemplo, yo no había votado, a los 21 años yo no había llegado a votar. Muchos que eran mayores que yo, nunca habían conocido que sus padres hubieran votado, porque teníamos atrás veinte años de dictadura y de proscripciones.

De esa memoria histórica era que veníamos a dar cuenta los sobrevivientes. Al principio éramos un puñado, pero nuestra lucha tenía que ver con rescatar esa memoria de los compañeros y exigir justicia.

Nosotros en el ´84 éramos por supuesto un organismo nuevo, porque salíamos de los centros clandestinos; las Madres comienzan en el ´77, Familiares mucho antes, en el ´75 también ya estaba la Liga, organizaciones de Derechos Humanos. Y cuando digo los primeros aparecidos, también (Claudio) Pandolfi me dispara algo más en la memoria que tenía que ver con las cosas que nos hicieron como generación, fueron planificadas, sistemáticamente planificadas, nada estaba librado al azar, y venían de otras formas concentracionarias, por decirlo así, que fueron los campos de concentración nazis. En Tucumán tenía que ver con el Vietnam, otro tipo de formas represivas, pero nada fue al azar, entonces quiero decir que cuando dicen los aparecidos, también decían, Primo Levi lo decía, serán cosas tan terribles las que les haremos que nadie podrá creer lo que vivieron. Y fue así ese proceso, realmente fue así, fue un proceso en el cual tuvimos que atravesar muchísimas impunidades. Cuando se da el juicio a las juntas, por ejemplo, estaba prohibido hablar de la militancia política, o sea la fiscalía, porque estaba plasmada ahí la teoría de los dos demonios, o sea no podíamos hablar de la identidad política.

En la medida en que la lucha fue haciéndose más histórica y más relevante de todo nuestro pueblo, fuimos avanzando en lo que hoy consideramos una memoria histórica de los desaparecidos. Hoy decimos que nuestros desaparecidos fueron compañeros que lucharon por un país mejor, que lucharon con distintas formas, desde las formas sociales de base hasta organizaciones armadas, eso hay que decirlo porque hubo un sinnúmero de formas de luchar en nuestro país en esos años.

Y hoy estamos, con los juicios, nuestros testimonios a tantos años se convirtieron en la prueba material de que los compañeros detenidos desaparecidos fueron desaparecidos en esos terribles campos de concentración, y nosotros somos la prueba material de que estuvimos con ellos, a ellos los vimos en algunos campos de concentración, seguramente algún compañero mío va a declarar o vio o estuvo con Surraco, que estuvo en El Banco. O sea, nos convertimos en la memoria viviente del exterminio, del genocidio.

A muchos años esos testimonios, articulando palabras como podíamos, es ahora la prueba material y concreta, que marca la línea divisoria de quiénes son los genocidas y quiénes son las víctimas, quiénes somos las víctimas, en los juicios que se realizan por crímenes de lesa humanidad. Nosotros decimos que está muy bien los juicios, hay muchos juicios, aceleran de alguna manera esa memoria histórica, porque en los juicios aparece también la memoria y la vida de cada desaparecido, pero también es cierto que sigue habiendo impunidad porque la justicia no ha alcanzado todavía ni a tener un solo represor condenado por campo de clandestino, no hay 500 represores condenados. Ni que hablar de la desaparición de Julio López, ni qué decir de las amenazas a testigos, ni qué decir del asesinato de Silvia Suppo.

O sea, me parece que hablar de la memoria histórica es rescatar la vida de los desaparecidos, es seguir luchando contra la impunidad, es seguir reclamando justicia, es luchar por educación, por salud, para que salgan profesionales como los que contaron las chicas. Yo hago un trabajo en Bunge por una cuestión de trabajo social que hago con el tema de violencia, y realmente me conmueve ver la pobreza, el desamparo de la gente, y creo que menos mal que la memoria de los 30 mil vamos camino a que sea de todos, y me parece que el papel de los abogados en esto es muy importante no solamente en la reconstrucción de la memoria en el pasado, sino en este presente que también es doloroso.

Podría continuar, pero no quiero ocupar más tiempo. Muchas gracias por escucharme, gracias por estar acá, y los convoco a nuevas investigaciones de memoria, todos las podemos hacer, todos tenemos capacidades, tenemos la posibilidad de estar en una casa de estudios, tenemos más posibilidades que otros, y los convoco a sumarse a nuestra lucha, por la memoria, la verdad y la justicia.

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