viernes, 22 de abril de 2011

Presentación del Dr. Claudio Pandolfi



Al abrir la charla, el Secretario de DDHH del CALZ explicó los por qué de esta investigación, y dio cuenta de la forma en que el Colegio está trabajando sobre lo que él llamó una “memoria integral”…

Buenas tardes a todos y todas, gracias a la Universidad, a la Facultad por permitirnos hacer la presentación aquí. Mi idea, como Secretario de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora, y como ex alumno de la facultad, militante político y social, es hacerles una breve idea de por qué decidimos hacer esta investigación.

No hemos descubierto ahora que nuestro departamento judicial tiene ocho abogados detenidos desaparecidos, esto es histórico. Las desapariciones se dan en un marco general, y esto conviene tenerlo en claro, de una realidad social latinoamericana donde esto era una práctica frecuente del terrorismo de Estado, y de casi todo los Estados que tenían dictaduras en sus gobiernos para esa época. Tenemos que tener esto de referencia para poder comprender la trascendencia histórica que se vincula con la militancia política de los ´70s, pero en realidad se vincula con toda la militancia política y la lucha por la transformación social y por la construcción de una sociedad más justa.

Argentina es, trágicamente, referente de la desaparición forzada de personas a nivel mundial, por dos cuestiones. Una, por la magnitud que esta desaparición forzada tomó, y otro por la magnitud que la lucha de los organismos de derechos humanos y la sociedad tomó a punto tal de ser referentes en el mundo. Pero la desaparición forzada si bien en la Argentina alcanzó una magnitud, 30 mil personas, no fue en el único lugar de nuestra región donde se instauró, ni fue en la década del ´70 que se empezó con esa práctica. Latinoamérica registra desapariciones quizás de figuras históricamente trascendentes como César Augusto Sandino en Nicaragua en los años ´30, el Che Guevara estuvo desaparecido hasta hace unos años atrás. En realidad en la Argentina, las primeras desapariciones por lo menos que se registran son de la década del ´40, obviamente no con la magnitud de lo que pasó en la década del ´70 y del ´80, pero ya en el ´40 nuestro país registraba desapariciones que fueron continuando en la década del ´40, del ´50, ´60, ´70. A partir de los años previos a la dictadura, con el terrorismo de Estado del gobierno constitucional, con lo que fue la Triple A fue cobrando magnitud, en la dictadura alcanzó una magnitud significativa, pero en democracia en el ´83 continuamos siendo víctimas como sociedad de la desaparición forzada de personas.

Argentina tiene, después del ´83, tres condenas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por desaparición forzada de personas, en Mendoza, personas en distintas circunstancias detenidas por la policía de Mendoza y que aún hoy continúan desaparecidas. Y ahora vamos por la cuarta condena por el caso de Iván Torres, que es un joven desaparecido en la provincia de Chubut en 2005. La Comisión Interamericana demandó al Estado argentino ante la Corte, en febrero el Estado argentino contestó y sancionó reconociendo que la policía de Chubut detuvo e hizo desaparecer a Iván Torres en octubre de 2005. Entonces, digo, esta desaparición forzada no empezó ni terminó con la dictadura militar. Y vinculada a la cuestión política tenemos a Julio López, testigo en el juicio a Miguel Etchecolatz, desaparecido el 18 de septiembre de 2006. Y quizás no vinculada con la cuestión de la militancia política, pero sí con la cuestión social tenemos el caso de Luciano Arruga, desaparecido hace dos años por la policía bonaerense. Esto hace al tema de la resignificación de la desaparición forzada como práctica que continúa, quizás con criterios que hoy podríamos decir de baja intensidad, pero no es que esa práctica terrorista haya cesado.

En ese marco de reconstrucción es que como Colegio de Abogados nos planteamos avanzar en la reconstrucción de la memoria de estos ocho colegas desaparecidos en Lomas de Zamora. Y teníamos que cortar en algún lado, porque hay más de cien abogados desaparecidos, tanto en el ejercicio de la profesión como funcionarios judiciales, pero quizás es una magnitud imposible de abarcar, por lo que desde el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora decidimos iniciar esta investigación profunda sobre los ocho casos que registrábamos en el departamento judicial. Un departamento judicial que en la década del ´70 recién se había creado, Lomas de Zamora como departamento judicial se creó en el año ´73, por eso tenemos de los ocho abogados desaparecidos sólo cuatro matriculados en nuestro colegio, los otros cuatro estaban matriculados en otros colegios sin perjuicio de lo cual ejercían en el ámbito del departamento judicial de Lomas de Zamora, e incluso algunos fueron fundadores del Colegio.

¿Cuál es la idea de la reconstrucción? ¿Por qué la reconstrucción? Porque queríamos rescatar algo más que los ocho nombres. Desde el ´83 hasta esta parte, o hasta los últimos años el Colegio venía reivindicando los ocho nombres de los colegas desaparecidos. Si van a Tribunales van a ver una placa en el hall, y también si van al edificio del Colegio de Abogados van a ver una placa allí. Pero en un momento nos planteamos que estas placas no reconstruían nada, más que los nombres, y que los nombres quizás no dicen mucho sobre todo para quienes no los conocieron, quizás para quienes de otras generaciones que sí los conocieron tienen un rostro, una cercanía, una amistad. Recién hablábamos con algunos docentes de esta casa, funcionarios judiciales, que recordaban haber conocido al papá de Leonardo Surraco y nos daban referencias de otros abogados que también lo conocían. Pero si yo les digo Surraco, Oshiro o Sosa, en realidad no les estoy diciendo mucho, y lo que pasa es que para muchos de nosotros, somos de una generación posterior, éramos pequeños cuando ellos ejercían, no los conocimos, entonces los nombres tampoco significaban nada, porque no tenían una identidad precisa, una relación, una presencia, una actividad.

La idea de la investigación propone esto, que es lo inverso de lo que pretendía la desaparición forzada de personas. Es decir, la desaparición forzada de personas lo que tiene como objetivo, aparte de eliminar a ese militante, a ese luchador social que plantea un cambio en la sociedad, pretende generar el terror y pretende generar una destrucción de la memoria, una destrucción de la identidad, tal como dijo Rafael Videla cuando dio la explicación cuando se le preguntaba sobre los desaparecidos: Los desaparecidos no están ni muertos, ni vivos, son algo que no están; y ese es el mensaje de la desaparición forzada, algo que no está, algo que no sabemos qué hizo, a dónde iba, que no sabemos de dónde venía y que en definitiva no está en la sociedad. Y lo que nos planteamos es romper eso, con la investigación lo que pretendemos es rescatar por lo menos de la memoria del terrorismo de Estado, que eso que no está vuelva a estar, que vuelva a tener identidad, que vuelva a tener no solo nombre y apellido, que vuelva a tener rostro, historia, que se vuelva a saber quiénes eran sus compañeros, dónde tenía su estudio jurídico, a qué se dedicaba, cuál era la rama del derecho que ejercía, quiénes eran sus amigos, su familia, con la idea de volverlos a traer. Esto de que el terrorismo de Estado nos arrebató, dijo “este es alguien que deja de estar”, nosotros lo que queríamos recuperar es que este alguien vuelva a estar, y vuelva a ser una persona.

A lo largo de la historia, por ejemplo, si yo les hablo de ocho millones de judíos asesinados en campos de concentración por el nazismo, por ahí el número no significa mucho, nadie se imagina ocho millones de personas, pero si yo les muestro una o dos fotos de judíos en un campo de concentración uno cobra la magnitud de lo que significó eso multiplicándolo por ocho millones. La idea de esta investigación es justamente para darle la magnitud de identidad, de seres humanos, de personas como nosotros, que en este caso no podemos decir que hayan estudiado en esta facultad, porque la facultad no existía en ese momento, pero sí fueron compañeros de facultad de muchos de los abogados que están en ejercicio, de algunos que son docentes en esta facultad, militaban con algunos que son docentes en esta facultad, vecinos. Por ejemplo, nos contaban que el fiscal general departamental era amigo de la familia de Leo (Surraco) por ser vecino. Entonces empezamos a recobrar identidades y fuimos conociendo familiares, amigos, fuimos recuperando esas historias y que ustedes ven en parte plasmadas en los banners y en las fotografías que integran la muestra. Sobre todo en las fotos se recuperan los momentos de las graduaciones, los amigos de la facultad, con sus familias cuando eran niños, sus estudios jurídicos, empiezan a ser personas como nosotros. Dejan de ser nombres y empiezan a ser personas como nosotros.

En esta reconstrucción de la memoria, desde el Colegio también queremos avanzar en lo que llamamos una memoria integral respecto a lo que pasó con el resto del Colegio. Es una segunda parte de la investigación, en la que el Colegio quizás viene rindiendo cuentas y rectificando errores históricos. Por ejemplo, en un hecho que nos resultó espantoso y que modificamos hace ya unos años, el Colegio había dado de baja a estos cuatro colegas matriculados por falta de pago. Sí, en el momento uno se ríe, pero es tétrico, significa la incomprensión que había entre las conducciones del Colegio, de las que debemos hacernos cargo no por haber estado, sino porque somos la continuidad histórica y debemos rectificarlo. Cuando nosotros buscamos los legajos de estos cuatro colegas matriculados, donde figuraban las denuncias de los familiares por las desapariciones, acto seguido el Colegio los había intimado a que paguen las matrículas que estaban adeudando y, como es obvio, aunque suene quizás humor negro, no se habían presentado a pagarla entonces los dieron de baja por falta de pago. Esto es lo que nosotros queremos cambiar, si hablamos de reconstruir la identidad no podemos darlos de baja por falta de pago a colegas que en realidad están detenidos desaparecidos. Y en ese mecanismo hace dos años, o un poquito más, presentamos una resolución que fue aprobada por unanimidad en el Colegio en el que obviamente los dábamos de vuelta de alta en la matrícula y registrándolos con su situación real, como víctimas del terrorismo de Estado, detenidos desaparecidos.

Otro punto en el que estamos trabajando es en la reconstrucción de por ejemplo en el padrón electoral del Colegio cuando se convoca a elecciones. Al estar dados de alta, en realidad figurarían como que no se presentaron a votar, este es un reclamo de los organismos de derechos humanos como también figuran en los padrones electorales de la Nación. Queremos que figuren en el padrón electoral como detenidos desaparecidos, y no como voto en blanco o que no se presentaron a votar, sino que quede claro que, en esta reconstrucción de la memoria, estos cuatro colegas no se presentaron a votar porque en realidad fueron en algún momento víctimas del terrorismo de Estado.

Y en esa rendición de cuentas del Colegio, también tenemos que asumir que mientras teníamos ocho colegas desaparecidos del departamento judicial, más de 130 en el país, dos presidentes del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora renunciaron al cargo de presidentes del Colegio para asumir como intendentes de la dictadura, en el municipio de Lanús y en el municipio de Lomas de Zamora. Esto es algo que tenemos que poner en discusión como sociedad, que tenemos que poner en discusión como abogados y abogadas, de cómo mientras los colegas desaparecían otros colegas contemporáneos y que también eran fundadores del Colegio y que conocían a los colegas desaparecidos, utilizaron el Colegio de Abogados para asumir como intendentes de la dictadura. Es el caso del Doctor Gregotti, que fue presidente del Colegio de Abogados y renunció al Colegio para asumir como intendente de Lanús, y el Doctor Orquín también presidente del Colegio y renunció para asumir como intendente de Lomas de Zamora. El Doctor Orquín figura en los legajos de los colegas desaparecidos como quien recibía las denuncias de los familiares que venían a denunciar las desapariciones. Por ejemplo, el caso de la hermana de Elenzvaig, quien vino al Colegio a denunciar que su hermano había desaparecido, la carta con la firma de la hermana de Elenzvaig figura en el legajo, y quien le toma la denuncia es el Doctor Orquin, que luego asume como intendente de la dictadura militar. Obviamente, uno puede asumir que esa denuncia no llegó muy lejos, habrá quedado guardada en el legajo de Elenzvaig y automáticamente tiempo después Elenzvaig fue dado de baja por falta de pago.

Esto también es parte de la memoria que tenemos que reconstruir y asumir. Si ustedes siguen los juicios, habrán visto que se está empezando a hablar de una dictadura cívico militar. Yo no comparto que la idea de que una parte de la sociedad civil fue cómplice del golpe militar, yo creo que en realidad fueron los autores del golpe militar. Los que dieron el golpe fueron las fuerzas armadas, pero estos sectores de la sociedad civil fueron los que utilizaron a las fuerzas armadas para beneficiarse de ese golpe. Quizás podamos tener diferencias, pero yo creo que hay más responsabilidad en los grupos económicos y en la sociedad civil, que en los propios militares. Ojo, con esto no quiero decir que los militares sean buenos, lo que quiero decir es que tenemos que empezar a cuestionar como están cuestionando muchos hoy, por ejemplo, a los jueces que fueron destituidos hace dos semanas por haber sido cómplices de la dictadura. Siendo jueces de la Nación tomaban declaración a los detenidos que denunciaban que estaban siendo torturados, que habían estado desaparecidos, que había mujeres que estaban siendo violadas en los lugares de detención, y ellos no tomaban las denuncias o les decían, como algunos reconstruyeron durante el testimonio en el juicio al juez Luis Miret de Mendoza, “bueno – le dijo – hay que aguantar”. Entonces me parece que esto también es parte de lo que debemos asumir como sociedad y empezar a exigir responsabilidades como sociedad.

Esta es la línea que nosotros tomamos con la reconstrucción. Y para ir cerrando, quiero explicarles por qué el proyecto se llama como se llama, que fue una gran discusión, porque si la idea de la desaparición forzada era que el desaparecido sea una cosa que no está, la idea del proyecto es que el desaparecido vuelva a estar, y en función de eso es que se llama Proyecto Aparecidos. La idea es que por lo menos, y en principio, estos ocho colegas vuelvan a aparecer, vuelvan a estar con nosotros su historia, su vida, su estudio, sus amistades y también su militancia política. Y esto quizás también para contarles la interna dentro del Consejo Electivo del Colegio de Abogados, que en algún momento algunos colegas plantearon que no estaba bien reivindicar las decisiones políticas de algunos de los abogados desaparecidos de militar en organizaciones de las llamadas revolucionarias, organizaciones armadas, y la respuesta a esa discusión fue que esa era la historia de los colegas desaparecidos. Entonces si nosotros queremos reconstruir la historia no podemos seleccionar qué parte de la historia nos gusta y qué parte no, en todo caso después cada uno hará la valoración de si comparte o no comparte, de si estaba bien o no, no es el objetivo de nuestra investigación. El objetivo de nuestra investigación es traer a los abogados en forma integral, no solamente con el hecho de que han sido víctimas del terrorismo de Estado, sino por qué han sido víctimas del terrorismo de Estado, incluida su decisión de militancia política y la reivindicación de la organización a la cual ellos decidieron pertenecer.

Este es un poco el desafío. Y para ser sinceros el Colegio de Abogados quizás puso parte de la idea, muchos de los recursos, pero no más que eso, la investigación en realidad no nos corresponde a los integrantes del Colegio de Abogados, sino que les corresponde a las chicas, integrantes del Grupo Tríptico, que son quienes se pusieron la idea al hombro y la fueron desarrollando. Para ser sincero, ningún abogado y abogada aportamos ni participamos ni de los banners, ni en las fotos, ni en las entrevistas, ni en las desgrabaciones, y eventualmente en el libro que se va a publicar después. Toda la investigación es por y exclusivamente de ellas, lo que nosotros aportamos fueron los contactos, “podés hablar con este, con el otro”, y eventualmente el compromiso para aportar los recursos y la infraestructura del Colegio, ahora la infraestructura de la Facultad de Derecho para esta reconstrucción.

Este es el desafío que asumimos como Colegio en la reconstrucción integral de la vida de estos ocho compañeros y en las responsabilidades que caben, en forma personal, a los que estaban en la conducción del Colegio, en forma institucional como continuadores del Colegio, y en reparar los errores que el Colegio cometió siendo quizás, ya es parte de la investigación, con mayor o menos conciencia, con mayor o menor responsabilidad parte de esa sociedad civil que guardó silencio frente al golpe, me parece que eso lo queremos dar vuelta, queremos un nuevo Colegio con otra identidad y con otra responsabilidad, y en función de eso encaramos la investigación, y sobre todo por eso Aparecidos. Tengan presente que la idea de Aparecidos es porque lo que estamos haciendo es robarle al terrorismo de Estado a estos ocho colegas y volverlos a traerlos con nosotros.

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